Una 'granja' de bacterias crea bioplásticos con los residuos orgánicos
VEnvirotech resuelve el problema de la contaminación del agua por plásticos y crea valor con los deshechos gracias a la tecnología
Sostenibilidad, eficiencia y economía circular son conceptos que se han puesto de moda, que se pueden aplicar a cualquier sector y que, en el futuro inmediato, serán una necesidad. El ámbito del agua es uno de los que más preocupan, ya sea por la contaminación de mares y ríos o por la necesidad de garantizar agua para todos en el futuro. Patricia Aymà y Noelia Márquez fundaron VEnvirotech, una start-up que resuelve dos problemas acuciantes. “Somos una empresa biotecnológica que se dedica a transformar residuos orgánicos de empresas agroalimentarias industriales en bioplásticos”, explica Aymà, biotecnóloga. De momento ya trabajan para Bon Area y Repsol, y colaboran con empresas del sector del plástico.
Su proyecto se asemeja a una granja, solo que la suya es de bacterias. “Preparamos el residuo para que pueda comérselo una bacteria. Una vez está dentro de una planta que instalamos nosotros mismos, provocamos que estas bacterias se coman el residuo y, a la vez, acumulen en su interior una reserva energética. Esa reserva, si se extrae y se caracteriza, tiene las mismas características que el plástico proveniente del petróleo. Es decir, provocamos que las bacterias acumulen este plástico que extraemos, transformamos y procesamos”, resume Aymà. El resultado de todo el proceso es “un plástico biodegradable en el medio ambiente y compatible con el cuerpo humano”.
Oriol Güell, socio de la empresa, doctor en Química y Física y especialista en polímeros explica que este plástico, tratado de diferentes formas, puede utilizarse en el packaging, en productos de un solo uso o en biomedicina. “Puedes usarlo como la base de una fórmula o mezclarlo con plásticos provenientes del petróleo para que las formulaciones sean más sostenibles”. En el caso de una cañita para beber, producida con este tipo de plástico, cuando vuelve al medio se degrada. “Eso significa que el polímero se rompe y pasa a ser alimento de las bacterias que hay en la naturaleza”, afirma Aymà.
FOCO EN EL MODELO DE NEGOCIO
El proyecto surgió hace dos años y medio cuando Patricia Aymà desarrolló su tesis en la Universidad de Barcelona. Estaba en un máster de Ingeniería Ambiental, “estudiando este tipo de procesos y vi que era fácil, pero que faltaba un modelo de negocio y que esta tecnología solucionara problemas reales. Una vez estudiada la tecnología y ver que era rentable a nivel de costes y beneficios, fui al programa Explorer del Banco Santander”. Allí se enfocaron en el modelo de negocio: “Hay empresas agroalimentarias que pagan entre 60 y 100 euros la tonelada para gestionar sus residuos orgánicos. Nosotros ofrecemos una tecnología para eliminar estos residuos que trabaja en casa del cliente. Además, si a eso le sumamos que producimos un producto con alto valor añadido, pueden ahorrar entre un 40 y un 70% en la gestión de residuos”, explica Aymà.
VEnvirotech diseña y modeliza plantas de producción adaptadas al residuo de cada cliente. Actúan como una depuradora donde modifican el entorno de la bacteria para que, a la vez que se come el residuo, produzca el polímero. “Es como una granja de bacterias”, lo resume Aymà, “los resultados son que por una parte nos queda agua limpia y por otra tenemos un procesado con una bacteria que tiene un plástico. Extraemos ese plástico de la bacteria y pactamos un precio de venta con el productor del bioplástico que es el que tiene el residuo”, resume la biotecnóloga. "Producimos bioplástico con una fuente muy barata y podemos venderlo a un precio de 1 a 3 euros el quilo, cuando actualmente cuesta entre 5 y 6 euros por quilo. Incluso podemos competir con el plástico procedente del petróleo”.
REDUCIR COSTES
La diferencia respecto a sus competidores que también producen bioplástico es que estos “utilizan organismos modificados genéticamente que tienen mucha productividad y pueden dar demanda al mercado, pero la bacteria necesita un entorno esterilizado, la producción es discontinua y los costes son tan altos que hacen que este tipo de bioplásticos no tengan muchas aplicaciones en el mercado