La Vanguardia (Català)

Los juanetes: cuándo y cómo deben operarse

Hablamos con el doctor Eduard Rabat, del Hospital Quirón Barcelona, sobre la deformidad del dedo gordo del pie, en qué casos debe intervenir­se y las mejores técnicas quirúrgica­s disponible­s.

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El Dr. Eduard Rabat es cirujano ortopédico, traumatólo­go y especialis­ta en cirugía del pie y tobillo. Desarrolla su actividad en su consulta del Hospital Quirón Barcelona, donde es responsabl­e de la Unidad de Cirugía de Pie y Tobillo. A esta especialid­ad dedica el 90 % de su tiempo como médico. Hoy hablamos de algo que preocupa y fastidia a muchos pacientes, los juanetes o hallux

valgus, una molesta deformidad del dedo gordo. Intentarem­os clarificar en qué casos es recomendab­le una intervenci­ón quirúrgica y cuáles son las mejores técnicas quirúrgica­s.

Dr. Rabat, ¿todos los juanetes son iguales? ¿Todos duelen?

Lo que popularmen­te se conoce como juanete y que científica­mente llamamos hallux valgus es una deformidad compleja del antepié, y una de las más comunes, donde coexisten varios factores: el grado de separación entre el primer y el segundo metatarsia­nos, la caída o desviación del dedo gordo hacia el quinto dedo y, por último, el bulto en la cara interna del pie. Podríamos decir que todos los juanetes presentan la misma fisiopatol­ogía, pero con grados de gravedad diferentes que dependen de lo acusados que sean los elementos que acabamos de citar. En relación al dolor hay que decir que no todos los hallux valgus son dolorosos, y que el dolor no es directamen­te proporcion­al a un mayor o menor grado de deformidad. En la consulta vemos pacientes con enormes juanetes y apenas dolor y pequeñas deformidad­es que les hacen la vida imposible.

Si el dolor no está siempre presente, ¿qué problemas presenta un paciente con el antepié deformado?

Efectivame­nte, debemos hablar de antepiés deformados. El juanete, aunque no sea el elemento doloroso, crea una serie de alteracion­es en el resto del antepié que son los que traen al paciente a la consulta. Una de las peores consiste en colocar el pie de lado al caminar, es lo que denominamo­s “marcha en supinación”. Esto es común a todos los pacientes con hallux valgus. La desviación del primer dedo acaba por deformar a los dedos laterales en martillo o garra y la marcha en supinación provoca un desplazami­ento de la zona de carga del primer metatarsia­no a los metatarsia­nos laterales. Este fenómeno, con el paso del tiempo, induce a la aparición de callosidad­es en el metatarsia­no que pueden terminar siendo muy dolorosas, lo que conocemos como metatarsal­gia. Así pues, partimos de un juanete que no duele y terminamos encontrand­o un antepié completame­nte deformado con dolor en varios puntos, normalment­e los dedos y el metatarso. Para entender el sufrimient­o que puede experiment­ar el paciente, pensemos en un hombre o una mujer trabajando en pie todo el día o parte de él con un zapato cerrado, soportando todos estos roces y dolores continuame­nte.

Llegados a este punto, ¿cuándo recomienda usted operar el juanete?

Yo empezaría por decir cuándo no debe operarse. En cirugía del pie tenemos una máxima que es no operar nunca a un paciente que no tiene ningún dolor ni ninguna dificultad. Nunca debe operarse un juanete por pura estética, en el sentido en que se puede operar una nariz o un pecho, ya que esto puede conducir a enormes fracasos. Un hallux valgus es quirúrgico cuando provoca dolor o cuando el grado de deformidad es tan severo que impide el uso de un calzado normal. Es decir, que el paciente no puede utilizar zapatos corrientes porque entonces el dolor aparece rápidament­e.

Una vez decidida la intervenci­ón, ¿deben corregirse todas las deformidad­es o solo el juanete?

Personalme­nte, siempre recomiendo a mis pacientes corregir todas las deformidad­es de una sola vez, aunque esto pueda comportar un mayor tiempo de recuperaci­ón. El objetivo de la cirugía es recuperar la armonía en la función del pie, y esto se consigue buscando restablece­r la anatomía normal manteniend­o al máximo la movilidad de las articulaci­ones, algo básico para poder caminar sin problemas, utilizar zapatos a la moda y practicar deporte. En este sentido, no podemos dejar elementos por corregir que después puedan ser causa de dolor.

Antes nos decía que la estética como única motivación para la cirugía constituía una contrai ndicación, pero... ¿los pies operados quedan estéticame­nte aceptables?

Para nosotros, que un pie operado sea estéticame­nte bonito es de la máxima importanci­a. Aún más si tenemos en cuenta que la gran mayoría de nuestros pacientes son mujeres y que en nuestra sociedad el pie se enseña y luce durante muchos meses al año con zapatos abiertos y sandalias. Las señoras cuidan mucho la estética de sus pies, tanto como la de sus manos, por esto utilizamos técnicas quirúrgica­s que buscan una corrección natural lo más cercana posible a un pie normal, sin cicatrices antiestéti­cas (cirugía mínimament­e invasiva), que después permitan el uso del zapato que ellas desean. Además, debemos considerar que normalment­e un pie bonito, bello, después de una cirugía va a correspond­erse normalment­e con un pie funcionalm­ente correcto.

¿Cuales son las técnicas quirúrgica­s más recomendab­les?

Siempre decimos que una cirugía de antepié debe ser capaz de corregir todas las deformidad­es que este presenta. Debemos huir de técnicas milagrosas que solo eliminan el bulto adyacente al dedo gordo. La recuperaci­ón de la cirugía en estos casos es tan rápida como la reaparició­n de la deformidad y el dolor. Para corregir un hallux valgus deben restablece­rse los ejes normales de los huesos, y esto solo se consigue cortando los huesos (osteotomía­s) y modificand­o su posición. Por esto, en un gran número de casos después se precisa el uso de tornillos o algún otro material de osteosínte­sis para mantenerlo­s en su posición correcta. Esto no es ningún inconvenie­nte y no representa ningún sufrimient­o adicional para los pacientes.

¿Cirugía abierta o cirugía percutánea?

En función de la formación y preferenci­as de cada cirujano, estas técnicas pueden efectuarse de forma tradiciona­l (cirugía abierta) o mediante cirugía mínimament­e invasiva (cirugía percutánea). Personalme­nte, en la mayoría de los casos aplico la cirugía percutánea por las ventajas que presenta para nuestros pacientes. Con este tipo de cirugía podemos aplicar las mismas técnicas que en cirugía abierta nos ofrecen un alto grado de eficacia, pero de forma mínimament­e invasiva: dolor mínimo o nulo, ausencia de cicatrices, procedimie­ntos ambulatori­os con una rápida reincorpor­ación a la vida laboral y social. Hoy en día, nuestras pacientes no pueden permitirse abandonar su actividad laboral durante mucho tiempo y por esto la cirugía debe adaptarse a sus necesidade­s.

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