Sales y familia
Con la versión teatral de Incerta glòria aún fresca en la memoria, tuve la oportunidad de visitar el pasado domingo la casa donde Joan Sales escribió su gran novela de la guerra: un edificio a cuatro vientos encaramado en la montaña, modesto pero muy singular, entre árboles y huertos, con una espectacular vista sobre lo que es hoy el parque de la Creueta del Coll. Maria Bohigas, editora y nieta del autor, había organizado en la amplia terraza una lectura del último volumen que ha publicado: El lllibre dels finals, del occitano Joan Bodon, a cargo de su traductor Joan-Lluís Lluís.
Bohigas, formada en Francia, al ubicarse en Barcelona hace unos años se hizo cargo de Club Editor, el sello de sus abuelos en el que aparecieron, en los años sesenta, las obras maestras de Mercè Rodoreda y Llorenç Villalonga, además de la del propio Sales. Enérgica y combativa, ya con un buen catálogo a sus espaldas, es hoy una de las figuras más interesantes de nuestro mundo editorial. En el estreno de Incerta glòria un amigo se preguntaba por qué Sales volvía a estar de actualidad tantos años después de su muerte. Le dije que a los cambios de clima estéticos e ideológicos había que añadir, ami entender, dos razones clave: la buena acogida de la traducción inglesa de Peter Bush para Mac Lehose Press, con apoyo del Institut Ramon Lull, y el hecho de tener esa nieta editora que se ha ocupado de ir lanzando sucesivas ediciones actualizadas de sus obras. Como (más o menos) decía Bourdieu, por encima del texto, el sistema literario lo es todo.
En el encuentro del domingo hablé un rato con Martí Sales, poeta y ensayista, sobrino nieto del autor recuperado. Y tuve un recuerdo para su tío Pepe Sales, el último poeta maldito catalán, al que traté fugazmente en los ochenta a través de queridos amigos comunes, alguno también desaparecido. Toda una época.
SERGIO VILA-SANJUÁN