Algo escrito y salvaje
Algo salvaje conservaría dentro de sí misma esta cerebral autora, periodista especializada en economía. Dijo ella que de su infancia en Zimbabuelequedabaunrecuerdo muy agradable, aunque también era consciente de que, más allá del jardín de bienestar de su familia, había pobreza y desasosiego. Lo salvaje se esconde más allá de las burguesas cortinas, de los ordenados armarios o la presión de estrictas reglas: el mismo horario de tren todas las mañanas y todas las tardesenunaciudadquenuncada tregua.
Y, a través del viaje en tren, una serie de secuencias hábilmente ensambladas construyen la historia (y la memoria) de Rachel, reco- rriendo Londres cada mañana y cada tarde en ese viaje que en otros tiempos la llevaba y traía de una vida que se le ha esfumado. Antes tenía un trabajo y un marido. Ahora es una alcohólica que mantiene esa rutina para que su compasiva compañera de piso no seenteredequetambiénhaperdido su trabajo. Toma el tren cada díayadiariopasapordelantedela que había sido su casa. Allí sigue viviendo Tom, su exmarido, pero con otra mujer y con la hija de ambos. También ve otra casa, muy cerca, y una pareja que le parece perfecta. A fuerza de verlos cada día, desde su lugar en el tren, les inventa una vida.
Paula Hawkins declaró que fueron sus largos viajes en tren para ir al trabajo los que le inspiraron el personaje de esta mujer que contempla la vida de esos otros para acabar siendo parte del –en principio– lejano espectáculo. Como J.K. Rowling, con el pseudónimo Robert Galbraith –en El gusano de seda– laciudaddeLondresdepara largos recorridos y detenciones. Y zonas tranquilas que resultan un infierno (esas casitas que ve la pobre Rachel con añoranza; esa sensación de sórdido barrio residencial).
Pero hay otros libros que guardan mayor relación con éste, sobre todo por la ambigüedad y el misterio de sus especiales mujeres: La psicóloga creada por A.S.A. Harrisson ( La mujer de un solo hombre, Salamandra) meticulosa y amante de los rituales de elegante clase media. Ola tortuosa historia de pareja del gran éxito de la estadounidense Gillian Flyn, Perdida. La ambigüedad y las buenas maneras como cortinas de humo. La imposibilidad de creer en alguien.
La perfecta máquina ficticia que dibuja Hawkins sobre el plano de la ciudad es herencia de Alfred Hitchcock. Pero esto solo no puede explicar el arrollador éxito
Rachel tenía un trabajo y un marido; ahora es una alcohólica que mantiene la rutina del viaje del tren pasando por delante de la que era su casa