‘Ciao’, Literatura
En un reino donde la industria del libro genera el 0,7% del producto interior bruto (con una facturación en el 2013, en plena crisis, de 2.700 millones de euros) la Administración (la de allá y la de aquí) trata al sector del libro con un desdén monumental. Recibo una nota firmada por profesores de los institutos barceloneses Icària e Infanta Isabel d’Aragó en la que explican que, a cuento de la Lomce, a las asignaturas de literatura castellana y literatura catalana las han rasurado. Hasta ahora en el currículum de Ciencias Sociales y Humanidades eran asignaturas de cuatro horas semanales. El próximo curso “se reducen a dos horas y, además, no serán evaluables en la prueba final de bachillerato o reválida, con lo que las posibilidades de que sean elegidas por los alumnos se reducen muy considerablemente”. Instan “al Ministerio de Educación y al Departament d’Ensenyament a que corrijan lo que a todas luces es un despropósito y posibiliten que el estudio de la literatura recupere el lugar que le corresponde –por razones que deberían resultar obvias– en un plan de estudios de Humanidades”. Aquí, lo que debería resultar obvio, nunca lo es. Los políticos creen que el fomento de la lectura consiste en programar cuatro anuncios al año con un eslogan bonito. EL GREMIO DE EDITORES Fernández monta el pollo. Me voy a ver qué me cuenta el presidente de la Federación de Gremios de Editores de España –y editor de Edhasa–, Daniel Fernández. Me invita a comer. La primera vez que un editor me invitó a mover la mandíbula, a principio de los noventa, fue Andreu Teixidor cuando era propietario de Destino yme llevó a comer marisco a la Brasserie Flo. Daniel Fernández me lleva a comer pollo. Los tiempos son otros. Hay que decir que Chez Cocó es el asador de pollos más chic que yo haya pisado, que Fernández es de izquierdas pero exquisito. Pero es que la facturación del sector del libro entre el 2010 y el 2014 ha caído un 33%. Se lamenta de que “somos un sector más grande que el del cine, pero nos hacen mucho menos caso”. Y sobre al apoyo al libro y a su importancia académica, resopla: “Las sociedades que tienen índices más altos de lectura son las que tienen los mayores índices de prosperidad. El gran fracaso de la democracia es que después de cuarenta años somos más altos, más ricos, y hasta más tatuados… pero no somos más cultos ni más lectores. El tema es que el 35% de la población jamás lee un libro. Ese es el tema”. Respecto a los brotes verdes es muy moderadamente optimista: “Con el grave problema que tenemos de piratería en internet en España, el brote verde es que en el 2014 en Estados Unidos recuperó cuota el libro de papel, con lo que por ahora se estabiliza en un 70% papel y 30% digital”.
Respecto a la piratería, no está muy contento con su abordaje: “se han aprobado recientemente leyes que son un paso positivo, pero se están aplicando con tanta lentitud... En un país donde hemos sido capaces de meterles un casco en la cabeza a los motoristas y sacar de los lugares públicos a los fumadores parece mentira que no seamos capaces de poner coto a esto… ¡pero hay tanto miedo a perder votos!”. Fernández tiene un frente de guerra difícil como presidente de los editores y no han sido tiempos fáciles en su editorial, con los problemas que le trajo su asociación con De Vecchi y las dolorosas reducciones de personal, pero no se arruga: Edhasa publicará en otoño la biografía de Cortázar escrita por Miguel Dalmau que, por demandas de la heredera y abogados chupatintas y chupadólares, Circe desistió de publicar. Decía Cortázar que “nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”. Pues eso.