La Vanguardia - Culturas

Morales, doblemente divino

Por religiosid­ad y por técnica. Su obra llega al MNAC

- ISABELGÓME­ZMELENCHÓN

Luis de Morales( Ba da joz,c .1510/111586) fue un pintor divino por partida doble, porque toda su obra trató de asuntos religiosos, y porque su ejecución se diría guiada por la divinidad, tal es el preciosism­o de sus vírgenes, la ternura cuando acunan al Cristo niño, el desconsuel­o cuando velan al Cristo muerto. Por muy lejanos que nos puedan parecer hoy los principios que guiaron la mano del pintor, sus resultados siguen conmoviend­o. Imposible no estremecer­se ante la serenidad de sus dolientes Ecc eH omo,o no maravillar­se ante la gracia sublimada de sus vírgenes, la de la Leche, ladel Huso, tan cercanas a los maestros italianos. Más conocido por estas bellezas casi de postal que por él mismo, una gran exposición que reivindica a este pintor renacentis­ta recalará en el MNAC de Barcelona dentro de dos semanas, tras su paso por el Prado y el museo de Bellas Artes deBil bao.

Justamente el Prado fue pionero en arrojar luz sobre la en muchos aspectos oscura trayectori­a de Morales: ya en 1917, hace casi un siglo, el museo le dedicó una de sus primeras exposicion­es monográfic­as. Porque pese ala popularida­d que alcanzó en vida, son muchos los interrogan­tes que se mantienen, empezando por su lugar y fecha de nacimiento. Parece seguro que fue en Extrema dura, y que allí vivió y desarrolló gran parte de su obra, dadas las circunstan­cias propicias que encontró, con la construcci­ón de numerosos palacios, conventos, iglesias, incluso la ciudad de Plasencia cuenta con dos catedrales. Toda esta actividad facilitaba la demanda tanto de obras de pequeños tamaños como de retablos y tablas, y así, los en cargos se sucedieron en el taller de Morales, donde trabajaban también varios de sus hijos y donde ya envidad el artista se efectuaban copias de sus obras, hecho que dificulta la relación de

>toda su producción. Más allá de su éxito con una variada clientela de prelados o la pequeña burguesía local (en Plasencia, por ejemplo, donde radicó largos años antes de establecer­se definitiva­mente en Badajoz, recibió un primer pago de diez mil maravedís por el retablo de una parroquia), de su convenient­e boda con Leonor de Chaves, quien le aportaría numerosas relaciones sociales, y de los siete hijos habidos de su prolífica unión, poco sabemos, y este poco procede en gran parte de su primer biógrafo, Antonio Palo mino, quien a comienzos del sigloXVIII lo incluyó en su Parnaso español pintoresco ylaureado.

Palomino hizo más que eso, le dio el apodo con el que pasaría ala historia del arte: el divino .“Fuecog nominado el Divino, así porque todo lo que pintó fueron cosas sagradas, como porque hizo cabezas de Cristo con tan gran primor, y sutileza de los cabellos, que al más curioso en el arte ocasiona a querer soplarlos, para que se muevan; porque parece que tiene la misma sutileza que los naturales ”, escribió Palomino. No fue Morales, desde luego, el primero en recibir este título, con el que Vasari se refería a Miguel Ángel, cuyo talento creador comparaba con el del Creador, pero sí se hizo acreedora él en otros sentidos. No se conocen, sin embargo, los posibles viajes de formación de Morales. ¿Estuvo en Italia? La utilizació­n de la técnica del

sfumato habla de esas posibles relaciones italianas, con sus vírgenes más cercanas a la delicadeza de un Rafael que a ese ímpetu hacedor propio de Miguel Ángel. El pintor extremeño podría haber visitado Portugal o Sevilla, como sostienen diferentes estudiosos; en todo caso, fue un hombre de su tiempo, maestro de retablos, de los que produjo una veintena, así como un centenar de tablas de devoción, una narrativa vinculada al fervor popular que sufrió los vaivenes de la religiosid­ad de los de arriba, como demuestra la anécdota de un encuentro, nunca confirmado, entre el pintor y Felipe II en 1580. Al comentarle el monarca a Morales que lo veía “muy viejo”, este respondió “Sí, señor, muy viejo ymuypobre”. Dijo entonces el rey a su tesorero quesea signaran al pintor 200 ducados para comer .“¿ Y para cenar ?”, preguntó Morales. L abonanza económica había concluido, pero su obra seguiría siendo divina.

La obra de Morales es inseparabl­e de la religiosid­ad de la época, pero su belleza la acerca a la nuestra

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