Superhéroes en leggings
Kiko Amat repasa la fuerza hecha mallas
Las mallas lo joden todo. Uno está dispuesto a creerse lo de la superfuerza, y la telequinesis, incluso (ya puestos) lo de ser un ali en inmigrante bienvenido a EE.UU ., pero ala que se enfundan los maillots Rock’n’Rios, la burbuja explota y sólo queda un fulano dando brincos en leotardos. Con los calzoncillos por fuera. Eso es lo que trato de decirles: estamos más dispuestos a tragarnos lo de la invulnerabilidad que lo de un hombre adulto enfundado en ese extravío con capa.
Tomen Ar row, por ejemplo. Las eriedeWB sobre el arquero deDCComics, viejo aliado de Batman en la lucha contra el crimen, que se viene emitiendo desde el 2012. Su trama resulta familiar: elplayboy millonario Oliver Que en naufraga en una isla desierta( flashbackd el amigo: lookRobi ns onCr uso e con torera Bosé) y allí desarrolla habilidades suprahumanas. Nos lo creemos. No nos explica n cómo aprende ruso allí (¿quizás en una academia ?) pero también lo creemos. Cinco años después regresa ala civilización. Cinco años mascando raíces y bebiéndose sus meados en un peñasco en mitad del Pacífico y aún parece una especie deBr ad Pitt gr unge, pero le creemos. Su familia y amigos son todavía unos pijazos superficiales ybellísim os( sabes que una serie es ponzoña cuando todos los actores podrían anunciar lencería íntima), pero él ya no: él sólo quiere dar tabarra mística y estopa justiciera. Nos lo creemos. Pero entonces va y se viste de Robin Hood en su etapa leggings, y la negación de la realidad se resquebraja. Y cuando un testigo dice“Llevaba capucha. Una capucha verde” te entra la risa tonta (“Llevaba tutú. Un tutú rosa”) y ya no puedes parar.
Algunos de nosotros venimos amando a los superhéroes desde la infancia y, con franqueza, las hemos visto de todos los colores( las mal las ). Pero miren ustedes qué casualidad: los momentos cúspide de la historia artística del género( desde su invención a mediados de los treinta) coinciden con aquellos donde los mutantes, ali en so ratas de gimnasio de turno padecían y caían y se alzaban en un mundo parecido al nuestro, con cui- tas más o menos terrenales. El Dar edevil sin traje deBornagain,d estroza doy airado, habiéndolo perdido todo; renacido. El hastío y coraje pensionista del Batman yayo en Dark
knight. El Constan ti ne taja y asqueado de Hellblazer, ciscándose en todos los demonios del Ha des. Miracleman, en cada una de sus encarnaciones. El Joker loco-lúcido de La broma
asesina.
Existe una razón por la que esos cómics son cimas creativas, y es la plausibilidad de emoción. No importa si alguna premisa esas azim probable( como los sentidos superagudizados de Daredevil): aquel picapleitos panocha y ciego reacciona ante su nuevo estado de un modo creíble, humano. O sea: con asco, confusión, ira ciega o volviéndose medio chalupa. No es extraño que el Dare
devil y la Jessica Jones de Netflix hayantriunfado.
Daredevil es puro drama callejero
televisivo, The Wire con antifaces, tiene una trama oscura como el betún y malos tridimensionales al modo Los
Soprano. Maldita sea, si incluso simpatizas con el archie ne migoKingp in, pese a que sus métodos te parezcan cuestionables (vale: repugnantes). Sucede que no hay una sola mal la ala vista (Daredevil luce un pañuelo atado a modo máscara, y unas botas “compradas en Internet”), y por eso la temporada #2 es algo decepcionante. La culpa es del flamante traje. Elp *** traje del ycra con cu er ni tos, la perpetua broma inconsciente de los superhéroes, el moco colgando en pleno discurso de boda. No. Hacía. Falta.
JessicaJones( la primera temporada) me pirró por eso, de hecho. La premisa es la más prometedora del superheroismo seriado moderno: una tipa ordinaria( aunque medio demente) adquiere poderes superiores al resto de los terráqueos, vale, pero no pasados de vueltas( sal tarde un segundo piso sí; volar no; detener un coche sí; lanzar lo ala estratosfera no) y monta una agencia de detectives. Por añadidura, bebe como John Be lushiy rezonga más one-liners sardónicos por minuto que el George Constan za de Seinfeld, y ¡no lleva leotardos! Jessica Jones es má sJoan Jettque Wonder Woman, y por eso la amamos. El malo ayuda: Kilgrave, überstalker maníaco cuyo don es el control mental total, creando el más hijo pu til ca os a su paso. Observemos ahora el leotardó metro del casting: un cero absoluto. Lo únicos upermanescoent oda la serie son los abdominales de Luke Cage (Mike Col ter ), pero pueden simula r no haberlos visto.
El camino ala excelencia es ese, en resumen: tramas crepusculares, violencia brutal pero se mi-creíble, culpa a tu tiplén, humor bien dosificado y ni un sólo panty azul eléctrico a la vista. Ahorasí,súpers. |
A la que se enfundan mallas ‘Rock’n’Rios’, la burbuja explota y sólo queda un fulano dando brincos en maillot Jessica Jones es más Joan Jett que Wonder Woman, sin poderes pasados de vueltas, por eso la amamos