Durero y las bulas
Colonización y Reforma
Licenciado en Filología Árabe y en Derecho, el autor de este original y documentado ensayo es un diplomático que ha estado destinado en Angola, Unión Soviética, Guinea Ecuatorial y Francia, donde ahora reside. Mediante un análisis histórico, aborda la soterrada controversia sobre la validez jurídica de las bulas alejandrinas( el derecho de conquista del Nuevo Continente y su deber de evangelizarlo ), y lo complementa con una ficción dialogada, que se celebra en el gabinete del pintor Alberto Dure ro.
En la primera parte, Las Indias en
el origen de la Reforma, Ridao continúa su revisión del pasado, ajustando su interpretación vigente con razones que han quedado confusas, en claroscuro. La concesión del monopolio comercial con las Indias estaría en el trasfondo del engaños o episodio por el que Martin Waldseemüller y Mathias Ringmann lograron, con el mapamundi de su obra Universalis
Cosmographia (1507), que el nuevo continente sea hoy nombrado América.
Los geógrafos alemanes atribuyeron a Américo Vespucio el descubrimiento de las tierras firmes hacia el Oeste; no el de las islas, reconocido a Colón.
Más allá de la corrupción moral del clero y de la Santa Sede, la Reforma luterana se abrió paso gracias a los poderes políticos afecta dos porque el sistema de la cristiandad tuviera en Roma una definitiva legitimidad política. Se rechazó reformar la Iglesia desde dentro y hubo ruptura. Excomulgado Lutero en 1521, su partidario Durero reflejó en una acuarela el contenido de la pesadilla que le embargó en la madrugada del 7 al 8 de junio de 1525; te moral fanatismo ya la guerra.
EnVisión de pesadilla la región del lugar quedó inundada por una multitud de trombas de agua que caían del cielo, y“tanto me hizo padecer aquello que me desperté ”. Aquí Dure ro debate con su mujer Agnès, con un ficticio vendedor de tintes, con su asistenta Susanna y con su amigo Pirckheimer. Este deplorará la división de la cristiandad por querellas terrenales y asegurará que la corrupción se debía combatir haciendo que Roma fuese Roma. En la ciudad, se afirmará, todo son medias palabras y no se sabe cuándo las palabras dicen lo que deben decir. Durero creía que las víctimas pueden estar equivocadas y que a veces sólo cabe guardar silencio. Se hace preciso captar que la verdad de los relatos anda camuflada aconciencia.