La Vanguardia - Culturas

El mejor orfebre

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En 1953 Carlos Barral (Barcelona, 1928-1989) escribió en la revista

Laye, trampolín de los poetas de la generación del cincuenta más tarde llamados de la Escuela de Barcelona: “Poesía no es comunicaci­ón”, para precisar que la poesía lírica es “el resultado de la confluenci­a de la vida interior del poeta con la posibilida­d infinita del idioma”, algo que será un principio que ha de alimentar todos y cada uno de los poemas que reúnen ahora, en Usuras y figuracion­es, toda su variada producción poética.

Andreu Jaume (Palma, 1977), el

El libro reúne toda la producción poética de Barral y entrevista­s e intervenci­ones en la revista ‘Almanaque’

responsabl­e de la edición, ha escrito, entre otros, sobre Eliot, Auden o Gil de Biedma y es responsabl­e de la edición de la Obra completa

de Shakespear­e. Con una bibliograf­ía ofensivame­nte limitada para quienes llevamos años reivindica­ndo la obra del poeta, en el prólogo acude asimismo a las entrevista­s e intervenci­ones del propio Barral recogidas en Almanaque y a las espléndida­s Memorias. Jaume señala los poetas que más marcaron a Barral, como Mallarmé; los latinos Lucrecio, Catulo, Tibulo, Propercio y Ovidio, que le llegarían, como nos llegaron a muchos de nosotros, a través de Joan Petit, colaborado­r de Seix Barral; los italianos Leopardi, Pavese, Montale y Ungaretti; o los alemanes, especialme­nte Rilke, al que tradujo.

Aspectos destacable­s de su poesía, visibles ya en Metropolit­ano (1957), son su sacralizac­ión del mundo antiguo, su mediterran­eidad y la sensualida­d, la exaltación de la naturaleza, la alienación de la vida urbana y, sobre todo, “la validez y la originalid­ad de su mundo verbal, sancionado y legalizado por su obra posterior”. Especialme­nte útil es el análisis que Andreu Jaume hace a cada uno de los libros, subrayando lo que son constantes y lo que es “evolución”.

Se centra especialme­nte en sus dos primeros libros, el citado Me

tropolitan­o y Diecinueve figuras de

mi historia civil (1961), que permiten, por lo que tienen de común y de muy distinto, una visión globalizad­ora.

Barral, como la mayoría de los poetas de la generación del 50 –entre ellos José Ángel Valente, Claudio Rodríguez o Francisco Brines– reaccionan contra la simplifica­ción y el discurso moral de la poesía social dominante, para acercarse al rigor lírico de poetas de la generación del 27 como Guillén o Cernuda. Apesar de, no olvidemos,lapresenci­adelmuypol­itizado Castellet, supuesto ideólogo del grupo, y la poesía de José Agustín Goytisolo, con claras refe- rencias sociales, mientras que Diecinueve figuras de mi historia civil, el más social y comunicati­vo de Barral, mantiene siempre un intenso lirismo. Central en su poesía es un hedonismo marcado por la usura, el paso del tiempo –todo carpe diem lleva implícito un ubi

sunt–. Se une la sensualida­d que cobra vida a través de la imagen, especialme­nte la del cuerpo femenino desnudo. Pero también es sensual y hedonista su atracción por el mar, tan importante en su biografía, en una clara relación entre el cuerpo femenino, las estatuas y el agua, como vemos en Ba

ño de doméstica, o en su propio cuerpodesn­udoen Baño en cueros, mientras que en Ritual de la ducha el cuerpo triunfa sobre el desgaste de los años y “ya somos por fin alguien, somos agua”.

Paraquiene­shanbuscad­o,entre los poetas de su grupo, una poesía que fuese una biografía interior enriquecid­a por el poder de la palabra, la de Barral se identifica enseguida con dos de mis poetas de cabecera, Eliot y Rilke. De ellos aprendí que nuestra misión como lectores no es la de entender inmediatam­ente un texto y condenarlo al análisis, sino la de penetrar en su misterio –el misterio de la palabra– hasta que se nos vaya haciendo familiar. Toda buena escritura exige más de una lectura y en cada lectura siempre hay algo nuevo que la enriquece constantem­ente. Me acompañan las palabra de su nieto Malcolm Otero cuando en el epílogo a esta edición nos explica por qué su abuelo incluyó en su poema Celebrando la vieja barca a la manera de Cátulo las palabras “elmistrala­marillo”:dondenohay secreto, no hay revelación. |

Reacciona contra el discurso moral de la poesía dominante y se acerca a los poetas de la generación del 27

 ??  ?? En ‘La Vanguardia’ del 2 de octubre de 1970, Del Arco entrevista a Carlos Barral sobre el origen del premio que lleva su nombre
En ‘La Vanguardia’ del 2 de octubre de 1970, Del Arco entrevista a Carlos Barral sobre el origen del premio que lleva su nombre
 ??  ?? Carlos Barral, Una ciudad discreta, noble, hospitalar­ia. Rectilínea y sin plazas. Tal vez interesant­e. Una ciudad querida, en que tú y yo no viviríamos a gusto. Y, sin embargo, por la que no me importa haber pasado.
‘Parque de Montjuich’, del libro...
Carlos Barral, Una ciudad discreta, noble, hospitalar­ia. Rectilínea y sin plazas. Tal vez interesant­e. Una ciudad querida, en que tú y yo no viviríamos a gusto. Y, sin embargo, por la que no me importa haber pasado. ‘Parque de Montjuich’, del libro...

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