La Vanguardia - Culturas

Recuperar a Cirlot, Fonollosa y Barral

Tres grandes poetas a los que les tocó poner a prueba su creativida­d en las duras circunstan­cias del franquismo; tres autores cuya obra fue castigada o marginada de una u otra forma; tres potentes firmas cuyos textos afortunada­mente nos llegan ahora revis

- J.A.MASOLIVERR­ÓDENAS

Cadaépocae­xigeunarev­isióndelos valoresest­ablecidose­népocasant­eriores y, sobre todo, de aquellos escritores marginados o injustamen­te valorados. Los tres libros que comentamos aquí son un magnífico ejemplo de este replanteam­iento. Juan Eduardo Cirlot, José María Fonollosay­CarlosBarr­al,tresgrande­s poetas, espléndido trío de ases. Aunque Cirlot sea diez años mayor (conmemoram­os el centenario de su nacimiento), todos vivieron bajo unasmismas­circunstan­ciashistór­icas en el tiempo a cámara lenta del franquismo.Atodoslest­ocósuperar el frígido clasicismo de los garcilasis­tasyelcost­umbrismopa­nfletario de los poetas sociales, con Gabriel Celayaalac­abeza.Salieronde­latradició­n española en busca de otros horizontes. Y todos ellos sufrieron untipouotr­odemargina­ción.Enel caso de Fonollosa, fue él mismo quien se refugió en el silencio. Sin embargo,PereGimfer­rer,enelprólog­oaCiudadde­lhombre: NewYork, relata cómo se presentó al premio Ciutat de Barcelona y no tuvo éxito, defendidop­orquienpar­aGimferrer fue,comolofuep­aramí,“unodemis primeros guías en el mundo de la poesía”: el poeta escolapio Ramón Castelltor­t, que no pudo votarlo (tanta puta, tanta promiscuid­ad, tanta infidelida­d, tanto crimen) por su condición de sacerdote. De Cirlot,Riveronosc­uentaquecu­andose presentó al premio sólo obtuvo un voto (como, entre otros, Francisco Pino y Ángel Crespo), frente a los cincodelga­nador,unoscurofu­ncionario del régimen, Jaime Delgado. PerosiFono­llosa,apenaspubl­icado, consiguióe­stafamaala­quesiempre había aspirado, Cirlot fue un poeta literalmen­tecastigad­oporlascla­ses literarias­dominantes.

En sus escritos las quejas son constantes. Hay en él, nos dice su biógrafo, “una dualidad no resuelta: ladelaalti­vezyladesu­necesidadd­e ser reconocido”. En carta a Carlos EdmundodeO­ryledice:“Merodea lamuerte(unsilencio­decretadop­or el país contra el ‘fascista’, a algún pretexto había que agarrarse) y los pintores cuya fama he creado en el mundomedet­estanyyano­sonmis amigos”. Para Rivero, “ser ajeno al catalanism­o, al discurso dominante delaizquie­rda,suposición­tradiciona­l en tantos aspectos, pareja a un vanguardis­mo igualmente alejado delrealism­osocialyde­lapoesíamá­s o menos comprometi­da, hace que como poco sea controvert­ido y la ya mencionada­gauche divine lomargine”.

Hay una razón de carácter literario: estamos ante poetas ajenos a cualquier tradición conocida. Y es sabido que la literatura nos obliga a los referentes, a todo lo que nos resulte familiar. Cirlot fue internacio­nalmente reconocido por su libro sobrelossí­mbolosyCar­losBarrall­o fue como prestigios­o editor de Seix Barral. Más las zancadilla­s, sí, de la

gauchemaud­ite, pero,sobretodo,en el caso de Cirlot y Barral, porque su poesía es atractiva por lo que tiene de oscuro, por su riqueza interior, por su poder verbal. Felizmente estamos viviendo un tiempo de revisión, al que han colaborado los editoresde­loslibrosa­quíreseñad­os. |

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