Zsuzsa Bánk y sus cuentos como gotas de escarcha
Doce relatos que descubren la hipersensibilidad de una escritora alemana a través de historias cotidianas: miedo, pérdidas y hasta un invierno riguroso reflejan la complejidad de las relaciones humanas
De cualquier manera, aún sin reparar en el nombre que luce el libro en la portada, tras la lectura de los doce cuentos que constituyen el volumen En pleno verano tendría la absoluta certeza que todos ellos habían sido concebidos y escritos por una mujer. Así es: se trata deZsuzsa Bánk (Frankfurt del Meno, 1965), autora de este libro de relatos y un par de novelas, una de ellas, El na
dador, traducida en el 2004. No la conozco. Busco en internet información sobre Zsuzsa Bánk, más bien escasa. Cursó Ciencias Políticas y Literatura en Maguncia. Se dedica al periodismo. No hay más datos. Trato de localizar textos que se refieran a En pleno verano, pero la mayoría de entradas remiten a la novela Elnadador.
Tengo la impresión de que los cuentos despiertan un interés bastante relativo. Si no fuera porque acabo de pasar horas muy gratas le- yendo esas piezas breves y descubriendo la hipersensible personalidad de una autora alemana para mí inédita, sería improbable que me sintiera llamado por un librito que parece resignado a conformarse con su obligada modestia. Sin embargo, todos los relatos de
En pleno verano merecen la pena aunque, por supuesto, presentan variaciones que son inevitables. Pero ninguno flaquea. Como decía al principio muy pronto, desde la pie- za que abre el volumen, El último
domingo, se sabe con toda certeza que una mujer escribe esos cuentos referidos a un mundo habitado por mujeres y visto con mirada de mujer, y que en ellos aboca su inmenso talento para expresar loquea veces las palabras no consiguen articular. Alestruc turar losZsuzsaBánk aplica muy bien las elipsis. Por poner dos ejemplos que personalmente noto que me han conmocionado:
Tiempo de hielo, un relato dominadopo r el máximo rigor invernal y el blanco monocromo de la nieve, en el que dos amigas personifican uno de los textos más brutalmente ambiguos que creo haber leído en mi vida. Es imposible no quedarse sin aliento ante lo que una de ellas imagina de la otra en el momento de despedirse. El segundo ejemplo es
18, quizá 19 de diciembre, una historia sobre el miedo, el sentimiento de pérdida y el absurdo transformado en lógica para sacar adelante el día a día. La historia es estremecedora.
No hay un gran tema dominante en esa muestra de la narrativa breve de Bánk. Lo inquietante y admirable es su poder de transformar lo vulgar de la vida en un hecho excepcional que deriva en una decisión que al lector lees posible intuir pero no explicar. Lean el espléndido Luz azul y una vez más presten atención a la elocuencia de las pau-sas y los silencios. Es, vista a trasluz, como una frágil pieza de cristal empañada por los tintes oscuro se inconfesables del alma humana. Está muy claro que la austera, discreta y seguramente compleja personalidad de Zsuzsa Bánk domina esos registros donde el conflicto personal con el mundo cotidiano de la época que le ha tocado vivir alcanza su máxima tensión expresiva. La sensación es que nada falta y nada sobra en esos cuentos, incluso en el extraño Larry, el más largo, supuestamente realista yen elfondod esquiciado y cruel de los relatos que, al menos a mí, me han revelado la personalidad y los don es narrativos de una cuentista extraordinaria.
Me alegra poder constatar que vivimos un tiempo en que es posible localizar magníficas colecciones de cuentos, ese género difícil, agradecido, que generalmente requiere un lector inteligente al que exige participación y aporte de creatividad a cambio de permitirle construir libremente su propio libro de cuentos. Sin duda un privilegio.