El sueño constitucional
En La Unión Europea se están definiendo nuevas bases de mandato social, político, cultural y económico que precisan también un nuevo marco
El Leviatán hobbesiano palidece, se encuentra en una fase de introspección, en una atmósfera crepuscular y saturniana. El principal fundamento del estado nación se ve asediado por nuevas legitimidades sociales y políticas que le interpelan para que salga de su letargo, del ensimismamiento que lo ha paralizado y lo extingue. La obra El sueño constitucional del jurista Juan Luis Requejo (Oviedo, 1961) hace una autopsia, con el cuerpo aún vivo y extenuado, del estado nación, del constitucionalismo que fue activado para la defensa de nuestras libertades individuales y colectivas. Es un ensayo deslumbrante, profundo, certero y estimulante, uno de los mejores del panorama ensayístico español de este 2016. Advierte que nuestro cuerpo constitucional se está agotando sin percatarnos de que su debilidad acabará alcanzándonos también a nosotros, pues afectará a las garantías de nuestras libertades. Para entender la obra en toda su amplitud intelectual, debemos reparar en una serie de circunstancias que precipitan la crisis de los estados/nación como España, Francia o Italia y convierten el ideal constitucional en una caja delicadamente ornamentada pero vacía de contenido.
Un primer aspecto que sugiere el ensayo de Requejo es que nuestra sociedad está dominada por la misma “pasión por el límite” que siempre ha desarrollado el Estado y sus constituciones, deambulando, como equilibristas ebrios de poder, por la frontera invisible que separa la libertad de los individuos y su servilismo voluntario. Hoy son estos ciudadanos los que están explorando los límites de respuesta del estado/nación para desencadenar todo tipo de cambios sin que este pueda evitarlos. Una pasión por los límites desencadenada desde amplios colectivo s de la sociedad que están propiciando desbordar el principio de legalidad, cuestionar la soberanía nacional y ejercer una fuerte presión para alcanzar grados de libertad hasta hace poco impensables en las democracias liberales. Los ciudadanos están creando una difusa y ambigua Carta Magna, generando una nueva legitimidad que ya no pasa por las constituciones sino que las combaten. Otro aspecto a sumar es constatar que, tanto por arriba, la Unión Europea, como por abajo, los ciudadanos, se están redefiniendo unas nuevas bases de mandato social, político, cultural y económico que precisan un marco constitucional que ya no puede quedar sólo en la lógica del estado/nación sino que debe abrazar una realidad superior que opera en los grandes temas, como es Europa, y en los pequeños, los ciudadanos. Requejo señala que “los estados nacionales europeos han dejado de ser hace tiempo la unidad de poder adecuada a la realidad las sociedades que se desenvuelven en Europa”. Es preciso una apuesta de la Unión Europea por un nuevo constitucionalismo capaz de representar y garantizar los derechos de los ciudadanos. Una apuesta no exenta de luchas entre estados/nación que sólo piensan en defender su soberanía, y la Unión Europea, dice Requejo, consentida e impulsada por los estados/nación para sus propios fines y que hoy se encuentra en una fase avanzada de sustitución de los estados. La apuesta por la República de Europa frente a la tentación de reconstruir las ruinas de los viejos estados/nación.
En la portada del libro vemos el grabado de Francisco Goya El sueño de la razón produce monstruos, imagen que funciona como metáfora del mundo y la intrincada oscuridad interior en la que nos movemos para combatir y poner a resguardo nuestra naturaleza violenta. Lo hacemos creando normas para que la utilización de la violencia repose en el Estado, para que este defienda al rebaño del lobo. Y sin embargo la historia, con su neutralidad moral, nos permite ver hasta qué punto han sido los lobos los encargados de conducir la historia de los pueblos.
El constitucionalismo que nació para limitar el poder a Leviatán en beneficio del hombre libre se encuentra atrapado en la defensa de sus normas pero no de su espíritu emancipador y de la potenciación de los individuos en el conjunto de la sociedad. Una crítica al advertir que el constitucionalismo ha abundado en sus carencias al centrarse de manera obsesiva en el empeño por condicionar, ordenar y limitar el ejercicio del poder público. Ha reducido a los Estados a la impotencia.
Un ensayo para descubrir que estamos hechos de sueños de perfeccionamiento organizativo de nuestras democracias, sueños pa- ra preservar y defender la libertad de los individuos, plasmar ideales en nuestras constituciones, regular nuestras relaciones, por la defensa y profundización de derechos. Una de las pistas que nos deja Requejo es que la Unión Europea deje de ser una democracia de los estados para convertirse en una democracia ciudadana. Una aspiración como respuesta a los euroescépticos. Un proyecto político afectado por el populismo, por el cierre de fronteras y por emboscarse tras la defensa de intereses limitados, que son producto del temor a los otros. El Brexit del Reino Unido es la afirmación del miedo frente al futuro.
Hoy son los ciudadanos los que están explorando los límites de respuesta del estado/nación