Miedo y polvo
El mundo de esta pareja de guardias civiles se ensancha y, a veces, es ajeno. Bevilacqua, el guardia ci
vil que ha protagonizado El alquimista impaciente (premio Nadal 2000), La marca del meridiano (Planeta, 2012) con su compañera Chamorro, crece, sed es engaña, resiste y ahora mismo–ambos–están en zona difícil: la base española de Afganistán, allá en donde los tucos (afganos) pueden ser –en parte– todo un peligro. Rodeados de otros soldados como los americanos, que no son como nosotros, primero cañonean y después preguntan.
Este es el noveno libro de la serie y es notorio el trabajo de investigación: Silva (Carabanchel, 1966) se trasladó allí durante unos días). Hay un buen reportaje en esta obra: las condiciones de los soldados que allí viven, el inmenso calor y ese polvo en el aire que siempre se está masticando. Y esa claustrofobia de los sitios aislados.
En ese sitio especial se ha cometido un crimen. El muerto era un soldado y, cuanto más se sabe, un tipo conflictivo. Pero tampoco su entorno es fácil. Her ates una ciudad con prostíbulos infantiles (aquí aparecerán dos niños muertos), y son pocas las opciones de respirar otro aire que no sea viciado. Una sociedad: “Sin compasión hacia el débil, porque este pueblo es un pueblo de supervivientes. No llevan en guerra trece ni treinta años, sino desde siempre. Cuando no han estado enfrentados a un invasor, los ingleses, los rusos, nosotros, se han estado dando estopa entre ellos mismos”. |