El loco amor por la literatura
Novela Una separación que empuja al vacío
Ponç Puig de vall (Sant Fe liude Guíxols ,1963) ha pasado de la creación a la crítica y de la crítica a la creación llevado por un loco amor por la literatura. Hace unos años planeaba publicar un libro que debía titular se Les
amants secundàries, porque consideraba que ninguna mujer podía hacer sombra a su gran amor. Ahora coinciden en las librerías dos volúmenes en los que ha trabajado durante años: una novela y una recopilación de comentarios de obras catalanas que no forman parte del canon, o no del todo, ala manera de Los raros que P ere Gimferrer publicó en la década de los ochenta, primero en la prensa y después en libro, como el propio Puigdevall.
Es inevitable no poner en relación ambos proyectos. En el 2010 Puigdevall dio la campanada con Un di a tranquil, una novela de insatisfacción vital, aburrimiento y alcoholismo. D’incògnit remacha el clavo y hunde su cabeza hasta hacerla desaparecer en la angustia, la tristeza y el sufrimiento. Un di a tranquil empujaba al lector hacia la nada por un tobogán vertiginoso. Aquí las descargas son puntuales e intensas, en medio de un desaliento abrumador. Frases largas, con subordinadas de subordinadas, sin ninguna aceleración, para someter al lector a la misma experiencia del protagonista, Benet, que se refugia en casa de los tíos, que espera una carta, que está dispuesto a seguir las instrucciones de la carta, visita a sus padres en Sant Feliu, regresa a Giro na. Siempre está lloviendo y, siempre con la misma ropa, no se saca de encima la humedad. La prosa discursiva, fluvial, de Puigdevall, empa pala piel. Con el fluir dela prosa intenta detener el tiempo, para evitar tener que tomar decisiones. Es una manera de transmitir al lector un sentimiento terrible de humanidad herida, que no puede comunicarse y, porque no puede, utiliza tantas palabras y tantos rodeos. Puigdevall ha escrito un libro bello y asfixiante, que se enroca con los clásicos de Samuel Becketty Juan Benet.
De cuando en cuando aparece un personaje que ofrece claves de lectura. Una vez es una chica en la barra de un bar que niega la elipsis. Otra vez, un hombre calvo, bastante bebido, que le dice a otro hombre con bigote que algunos libros exigen que se acepten sus reglas particular es. Escoger momentos de intensidad daría lugar aun alarga lista. Aquella escena encasad el tío, por ejemplo: el protagonista oye voces en el piso de abajo y acompasa su respiración a la de un moribundo.
El amor de Puigdevall por la literatura no le lleva a pensar que todo el mundo tiene que escribir como él y Els convidats de pedra es una celebra
cióndela lectura: para descubrir, reirse, dar rienda suelta ala sensualidad o dejarse llevar por la melancolía. Es posible que Puigdevall se pueda haber visto así mismo en algún momento ante el abismo de la rareza, como aquel Pom pe u Gener, que lo tenía todo para ser y que se quedó en un rincón. No es éste el caso: D’incògnit confirma el talento en la exigencia y la inteligencia en la desolación .|