La Vanguardia - Culturas

De solteronas a solteras de oro

Cuando la libertad era el mejor marido para escritoras y artistas

- LAURA FREIXAS

Las solteras– en femenino –no tienen buena prensa. Recordemos locuciones, eufemismos, refranes: frente al admirativo “solterón y cuarentón, qué suerte tienes, ladrón ”, el sustantivo soltero na se unía tradiciona­lmente al adjetivo amarga da o similar, y de las mujeres que no se casaban se decía que “se quedaban para vestir santos ”, es decir, a adecentarl­a iglesia ya cuidar de las estatuas como habrían adecentado el hogar conyugal y cuidado a sus bebés siloshubie­r antenido. En inglés, el eufemismo era más cruel: la expresión “on the shelf ”, literalmen­te ,“en el estante ”, implicaba comparar ala soltera con una mercancía desdeñada por los clientes.

Y es que una de las caracterís­ticas de nuestra sociedad era( y aunque en menor medida, sigue siendo) el hecho de que al hombres el e define por sí mismo: por su profesión, por sus caracterís­ticas, por su personalid­ad singular, por sus logros, y también por su relación con otros hombres (de quiénes discípulo, aliado, rival …), mientras que la mujer no es definida por su individual­idad, tampoco por sus afinidad eso enfrentami­entos con otras mujeres, sino por el hombre o los hombres de su vida. La Regenta, Madame Bovary, Anna Karénina, Fortunata y Jacinta… son ante todo esposas de, amantes de.

En ese contexto, ¿dónde queda la mujer soltera? Lasques on aceptadas, tradiciona­l mente, son las monjas, que en realidad no escapan ala regla: están “casa das con Dios ”; aun así, si tienen ambiciones propias, como las literarias de sor Juana Inés de la Cruz olas emprendedo­ras y místicas de santa Teresa, se convierten en personajes conflictiv­os: sor Juan a vivió en guerra con la jerarquía eclesiásti­ca, Teresa fue denuncia da ala Inquisició­n. En cuanto a las poderosas y a las heroínas, son vistas como personajes trágicos: Isabel I de Inglaterra, la Reina Virgen, que no quiso casarse, comprensib­le mente, da da su historia familiar (su padre, Enrique VIII, hizo ejecutar a su madre, Ana Bolena); o Juana de Arco, la Doncella de Orléans, personaje ad- mira ble y venerado… pero que terminó en la hoguera.

En el siglo XIX y primeras décadas del XX, la literatura populariza un nuevo personaje de mujer soltera, que no es trágico, pero tampoco feliz. Es la solterona tal como ha llegado hasta nuestros días: frustrada y marginada socialment­e, como la Lucy Snowedelan­ovela Villette (1853),de CharlotteB­rontë; ola rica heredera a la que le sale un pretendien­te que lo que pretende es dar el braguetazo, pero el padre de ella seda cuenta y lo impide… y ella queda soltera para siempre ( Washington Square, de Henry James, 1880); o la tímida y soñadora Laura Wingfield de El zoo

de cristal de Tennessee Williams (1945); o en España, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935), la obra de García Lorca cuya protagonis­ta languidece esperando el retorno de un novio que ha emigrado a Argentina, prometiend­o volver, y que sigue enviándole cartas y hablando debo da cuando en realidad se ha casado ya con otra.

Libertad inesperada

Pero justamente en esa época, primer tercio del siglo XX, están cambiando las tornas en cuanto a la soltería femenina. Y es que la guerra mundial ha transforma­do dramáticam­ente no sólo la faz de Europa, sino la vida de muchísimas mujeres. Lo explica muy bien Virginia Nichol son en su libro Ellas solas: Un mundo sin

hombres tras la Gran Guerra (2007, aquí publicado por Turner). Pensemos que sólo en Gran Bretaña ochociento­s mil varones habían muerto y muchos otros quedaron incapacita­dos. Toda una generación femenina tuvo que rendirse a la evidencia: ese futuro que daban por descontado, el dese ramas de casa y madres, probableme­nte no se iba a producir: no había hombres para todas. Y aunque no lo hicieron por voluntad propia, sino obliga das por las circunstan­cias, esas nuevas solteras le encontraro­n el gusto a su inesperada libertad. Hicieron cosas que antes de 1914 no habrían podido hacer, o habrían estado muy mal vistas, cosas que en todo ca-

 ?? Ilustració­n
Maria Corte ??
Ilustració­n Maria Corte

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain