El último acto
Llega traducida al castellano la obra más destacada de Isabel Colegate sobre el declive de la época eduardiana
No sé si muchos o pocos de los que me lean tendrán alguna noticia de Isabel Colegate (Lincolnshire, 1931) que pertenece a una familia distinguida y ha vivido varios años en el castillo de Mid ford (Bath), al sudoeste de Inglaterra. Según referencias, su afición por la narrativa la llevaron a trabajar para un agente literario y al cabo de un tiempo, cuando le dio a leer un texto escrito por ella, el agente, asombrado, se convirtió en su editor. Bonita historia la de esta mujer que desde 1981 es miembro de la Royal Society of Literature, el mismo año que firmó y publicó su obra más destacada, La partida de caza, traducida ahora que acabo de leer con entusiasmo y sin poder evitarlo –lejos del tópico– asocio a las herencias de Jane Austen y Virginia Woolf, aunque no todo son esos legados.
Estamos en el otoño anterior al estallido de la Gran Guerra, 1913, en la mansión campestre de Nettleby Park que sir Randolph Nettleby tiene en Oxfordshire, un paraje de bosques y herbosas llanuras regadas por ríos de curso lento y sinuoso. En esta impresionante finca se organizan todos los años dos o tres grandes jornadas de caza que figuran entre las mejores del Reino Unido, a las que son invitados los más selectos cazadores del país con sus servidores y toda la parafernalia que lleva aparejada desde tiempos antiguos el rito de perseguir, acosar y dar muerte a ingentes cantidades de pájaros, aves y corzos. La narradora cuenta de forma directa, eficaz, extraordinariamente amena, las incidencias colectivas e individuales de aquella jornada de violencia e intrigas en la que participan señores y criados, las clases altas y las clases bajas coexistiendo en un escenario
Esta es la novela que ha inspirado a Julian Fellowes, guionista de la serie televisiva Downton Abbey
regido por sus propias y severas reglas, en el que desde la primera página del libro sabemos que hubo un error de cálculo que desembocó en una muerte. Un deliberado spoiler que me invoca el magistral primer párrafo de Crónica de una muerte anunciada. No se olvide que en és- ta bien construida novela de Isabel Colegate se inspiró el guionista Julian Fellowes para armar su serie hoy de culto Downton Abbey, en torno a la familia Crawley, y la película de Robert Altman Gosford Park.
¿Desvelar desde el principio que se produce una muerte determinante supone que Colegate desvirtúa el sentido de la historia troncal, las incidencias reales y simbólicas de la partida de caza? No es eso. Lo que sí demuestra es con qué soberbia maestría usa la metáfora para ensanchar el horizonte de la novela. En el curso del relato se va introduciendo el asunto del declive social y cultural de la época eduardiana –Eduardo VII murió en 1910– que culminaría con la debacle de 1914-1918. Sólo que aquí la ficción se anticipa a la historia mostrando con una mirada excepcional, por la vía del desarrollo dramático, la frívola insustancialidad de las elites inglesas, el conformismo o algún muy leve atisbo de rebeldía en las clases inferiores, y cómo la muerte accidental del ojeador Tom Harker se erige en el último acto representativo de la otrora poderosa sociedad rural eduardiana que aquel día de otoño de 1913 se congrega –metafóricamente– en la posesión de sir Randolph Nettleby. Se cele-
brará una postrer cacería en noviembre, pero “la sombra del accidente –informa la narradora– oscureció el día”. El telón había caído ya sobre un tiempo frágil –la edad del humanismo– muy bien focalizado, que de ninguna forma podía sobreponerse a su decadencia natural.
Ésa es la trama de primer nivel que sostiene –al cabo de tres décadas– la novela todavía poderosa de Isabel Colegate. Y moderna. Isabel Colegate
La partida de caza TUSQUETS. TRADUCCIÓN: CATALINA MARTÍNEZ MUÑOZ. 272 PÁGINAS. 18,50 EUROS.