Percepciones mínimas
Ignasi Aballí Ganador del premio Joan Miró en su quinta edición, la Fundació Miró presenta un recorrido por la obra de este artista conceptual
Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) es el primer artista catalán que ha obtenido el premio Joan Miró, concedido en las anteriores ediciones a Olafur Eliasson, Pipilotti Rist, Mona Hatoum y Roni Horn. Todos los premiados protagonizan al año siguienteunaexposiciónenlaFundacióbarcelonesa. La de Aballí es la primera que se presenta tras la reestructuración del museo, en salas antes dedicadas a Miró. No es una retrospectiva, sino una selección donde abundan las obras inéditas y recientes.
La primera instalación ocupa una sala oscura octogonal con siete vídeos, que duran entre un minuto y dos horas. Me temo que hace honor al tono entre interesante y disuasorio que anuncia su título: Tiempo como
inactividad. Son siete planos de relojes de arena de distintos tamaños, con ciclos de diferentes duraciones. No parece necesario ni recomendable ver los vídeos enteros y dudo que el propio autor lo haya hecho más de una vez. Esta instalación se limita a un registro tautológico, previsible, notarial. Es como un “doy fe” donde el reloj de arena y el vídeo hacen de tinta, tampón y papel marcado. Marca el tono, pide que reconozcamos algo ya sabido y no ofrece imágenes que puedan significar algún descubrimiento, experiencia singular o conocimiento expresado mediante formas cambiantes. Todo lo contrario que ciertas obras de vídeo y cine experimental espléndidas, realizadas por otros artistas catalanes, incluso instalaciones foto o videográficas también de estructura circular y carácter cíclico, como Tabula rasa de Mònica Roselló y Jordi Guillumet y
From the center y Roda de colors de Eugènia Balcells.
En cambio, si seguimos el recorrido encontramos ya bastantes piezas significativas y sugestivas. Es preferible que el público tenga un conocimiento previo del programa conceptual y los procesos técnicos del artista. Quien conozca la trayectoria de Aballí no precisará más explicaciones que las fichas técnicas. Sin embargo, quienes descubran su obra en esta muestra van a necesitar alguna explicación para entender el sentido de ciertas piezas, o incluso una visita guiada completa. Esta última opción les evitará, además, perderse una de las mejores obras, que se encuentra fuera del recinto de la muestra, en la sala del piso inferior dedicada a la colección Homenatge a Joan Miró, junto a obras de Calder, Ernst y otros. Es
Finestra (Cel/Pols), un mosaico de 16 fotografías del 2014, que dialoga a distancia con Finestra (Estudi/Pols). Otras obras destacadas se encuentran en la sala dedicada a la transparencia y la visibilidad, y también en un gran vidrio del edificio donde sólo las palabras recortadas en un vinilo negro permiten ver el jardín exterior. Aquí, como sucede en nuestra mente y especialmente en la poesía, las palabras permiten ver.
En el caso de Aballí se podría decir que el concepto y el método objetivo hacen la obra, a veces con una intervención mínima del autor. Hay obras que se cumplen por mero mecanismo de transformación, material, previamente dispuesto por el artista. Aballí hace, por ejemplo, pinturas sin pintura y piezas que se podrían considerar como fotografías, pero sin emulsión fotográfica, simplemente dejando que el polvo del taller dibuje o pinte la tela o que la exposición a la luz solar cambie el tono del cartón, deje en él su huella digamos fotográfica. Lo muy secundario, lo inadvertido, lo residual, lo no representado, protagonizan muchas de sus obras.
Aballí reflexiona en cada pieza sobre una cuestión específica, un aspecto relativo a la percepción, a la representación, o a la relación entre texto e imagen. Logra mejores resultados cuando lo hace plásticamente, aunque sea en un grado casi cero de la representación, y acierta menos cuando se regodea en la estética del inventario y del enunciado verbal. Puestos a buscar maestros estructuralistas, me parece que es mejor la radicalidad esencial del artista canadiense Michael Snow que los juegos ingeniosos de otros, por mucho que nosgusteGeorgesPerec.