Una corte volcánica
Una buena novela histórica logra sumergir al lector en atmósferas del pasado
¡Menudo avispero, la corte de Versalles, a tenor del fresco que pinta aquí la norteamericana Elizabeth Massié! Su artífice, Luis XIV, ideó el palacio como sueño de grandeza, un decorado para entronizarse como Rey Sol y ponerse a salvo de las conspiraciones que minaron el reinado de su padre. Pero Versalles se le convirtió desde su misma construcción en otro nido de traiciones y sabotajes, empezando por la huelga de albañiles que obstaculizaron las obras de Le Vau y Le Nôtre. Concebida según las hechuras de una serie televisiva, la narración desgrana tres años de la historia de Francia (1667-1670), y describe a un monarca aún joven cuyo granítico absolutismo sin embargo le conlleva la soledad del poder y la paranoia de perderlo.
El relato transmite la trepidación de las maquinaciones que un día tras otro se urdían en aquellas galerías y gabinetes, en las alcobas naturalmente, y también entre los setos de los jardines y de sus esculturas. No se nos da respiro: aquí intriga todo el mundo, desde la reina María Teresa y las numerosas amantes de su marido hasta los agentes de Guillermo de Orange que quiere destruir Francia a toda costa. En todo caso, los enemigos más peligrosos los tiene Luis entre los nobles, y en especial los del norte, y aquí le vemos arbitrando toda clase de medidas (desde asimi-
lárs el osa liquidar los) para ponerlos encintura.
Sin escatimar el erotismo light y la violencia cruda, Massié cuaja una trama muy entretenida y envolvente, y restituye a personajes ninguneados de aquella corte como el hermano homosexual de Luis XI V ola esposa de éste, Enrique ta de Orleans; traza espléndidos perfil es del ayuda de cámara real, Bon temps, odel jefe de seguridad, Mar chal; se saca de la manga a una médico, C la u di ne, que da ciento y raya a sus colegas varones; y re trata aun rey frustrado por no poder confiar en nadie, y que inventa la etiqueta–es decir, la ritual iza ción de las actividades diarias más nimias–para hacerse la ilusión de controlar la corte al completo. Volt aire comparó al Rey Sol con el emperador romano Oc ta vio, pero no parece que Massié com parta tal visión, y un detalle lo revela elocuentemente: en el Ver salles que re crea, el célebre salón de los espejos tiene menos visibilidad que por ejemplo la sala de torturas.
Elisabeth Massié
Versalles
ESPASA. 400 P.21 E.