la partida del siglo
La partida del siglo o la inmortal, como suelen llamarla muchos de los especialistas en ajedrez de todo el mundo, fue una partida que disputó un joven Bobby Fischer (13 años) contra un veterano maestro y campeón, Donald Byrne, en el torneo Rosenwald Memorial, celebrado en Nueva York el 17 de octubre de 1956. En la partida, Fischer, jugando con negras, desconcertó a Byrne con un valiente sacrificio de reina, que él aceptó sin saber lo que se le venía encima. A partir de ahí –la jugada número 17–, Fischer comenzaría a recuperar la posición del tablero, haciéndose con numerosas piezas hasta finalmente provocar un jaque mate contra su contrincante. Byrne –algo poco habitual en los torneos ajedrecísticos cuando ya se está convencido de que se va a perder–, continuó con la partida hasta el final. La explicación, dada por el propio maestro, fue que siguió jugando como una forma de homenajear al excepcional chico que tenía delante. Pero lo que Byrne no sabía en ese momento, era que sería luego recordado justamente por aquella partida en la que perdió.
Así era el estilo de Fischer, único, imparable, y genial. Y a partir de esa victoria, comenzaría realmente su meteórica carrera, apareciendo en revistas especializadas de ajedrez de todo el mundo, imponiendo un estilo muy personal, y ganando en la mayor parte de los torneos que participó desde 1962 hasta 1975 (excepto por dos campeonatos acabados en tablas). Destacó además por la rapidez de su juego, y por ese motivo fue un excepcional jugador de las partidas llamadas blitz, de cinco minutos de duración, de las que también era un consumado especialista.