De raíces y afectos
Condensan gran parte del cosmos narrativo de Murakami
Mientras leía algunas buenas historias entre las diecisiete que Haruki Murakami (Kioto, 1949) recogió en su libro El elefante desaparece, primer tomo de cuentos aparecido en 1993, seguía notando el recelo que suele provocarme la narrativa de Murakami desde que lo descubrí en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, una poderosa novela de los años noventa, y luego reincidí con Tokio Blues (1987). Tengo apego a la ficción moderna que ha generado una lengua y una cultura tan distante de la nuestra como la japonesa. Precisamente lo que me deslumbra es su especificidad, pese al riesgo de que no siempre los textos consigan superar el escollo de la traducción. Pienso en maestros incuestionables como Ryunosuke Akutagawa, Junichiro Tanizaki, Yasunari Kawabata, Kobo Abe, Natsume Soseki y algunos otros contemporáneos tan profundamente identificados con la simbología y los rituales del Japón milenario.
¿Cuál es mi problema con Murakami? Lo leo en general con agrado, sus historias me parecen inteligentes, ingeniosas, sutiles, su mundo narrativo de encuadre urbano me interesa y suele atraparme des- dica, en la que hermana lo sentimental y el humor. En Las hojas
, la protagonista es miembro de una familia libanesa; Vida con
abiertamente autobiográfico, abre un nuevo ingrediente: el de los libros; mientras que Lunas
es una reflexión sobre la escritura y sobre su propia escritura.
Cada uno de estos aspectos reaparecen, intensificados, en La dueña del Hotel Poe, su novela más ambiciosa, audaz, divertida y compleja. Ahora el amigo no es Monterroso, fallecido en 2003, sino su nuevo marido, el pintor y escultor Vicente Rojo, uno de los protagonistas del libro y que ha influido no poco en esta búsqueda de una nueva identidad. El punto de partida es autobiográfico: “Soy una mujer viuda, sin hijos, vuelta a casar”. Y es cierto que su padre fue, en los años cincuenta, propietario de un hotel. Como homenaje, decide recuperarlo, y para ello se ve obligada a escribir un best seller que le haga rica. Es aquí cuando entramos en el terreno de la ficción delirante con la inclusión de objeto de segunda mano, cervantina novela dentro de una novela. “Resultó ser tan diferente del resto de mi trabajo que me desconcertaba a mí misma”. Por un atrevimiento que roza la pornografía en clave de humor y centrada en el Penis envy freudiano. Para acentuar el tono cervantino, el manuscrito lo encontró en un mercadillo de segunda