‘Dolarocracia’ versus democracia
Crónicas que denuncian el colapso de la clase media en EE.UU.
Andy Robinson (Liverpool, 1960) es economista y corresponsal itinerante de La Vanguardia. Sus reportajes se reconocen como periodismo gonzo (palabra de jerga), que da especial importancia al contexto y donde el periodista se implica en su relato. Hace dos veranos recorrió más de 5.000 kilómetros por carreteras de los Estados Unidos, alejándose de las rutas habituales. Éste es un libro al margen del camino, donde se expresa miedo y asco por la posibilidad de que la opinión pública se hunda en la desconexión de la realidad. Y la democracia se vea dinamitada por la dolarocracia, por estar los representantes políticos al servicio de una oligarquía económica voraz y sin ningún escrúpulo.
Envuelta en un desierto de desesperados adictos a las tragaperras, en Las Vegas impera un individualismo sin control, no hay muchos lazos familiares, no hay mucha religión, es la ley de la selva. Cada año, crece el número de sus visitantes; en 2000, 30 millones, más que peregrinos que fueron a la Meca. Las Vegas es una ciudad muy desquiciada en consumo de alcohol y drogas, en índice de abandono escolar, en número de indigentes. Está dominada por magnates que pasan por filántropos, pero que intentan acabar con todos los derechos laborales. Un modelo exportable.
Barcelona y Madrid (Mas y Aguirre) pugnaron en un casting por quedarse con el proyecto Eurovegas. No cuajó, pero se intentó re- vocar leyes europeas sobre el blanqueo de dinero y no restringir los créditos a los diagnosticados de ludópatas. Se calcula que por cada dólar generado en un casino, el Estado debe gastar tres para contrarrestar sus efectos sociales negativos.
Las diversas e irónicas crónicas de Robinson denuncian el colapso de la clase media en Norteamérica (hoy, dice, uno de cada dos ciudadanos se define de clase obrera; hace diez años, lo hacía uno de cada tres). Un apartheid de color y de clase, ciudades desequilibradas en su renta, en sus aspiraciones y proyectos. Cárceles privadas que se ceban en los más vulnerables, “no sólo afroamericanos, sino enfermos mentales, indigentes y drogadictos”. Al fondo, grandes empresas evadiendo impuestos. Una insensibilidad social creciente. Un zafio y amenazante Donald Trump, en el horizonte. Sólo queda la esperanza, de que el Gobierno Federal ejerza su verdadera misión democrática.