Harry Potter ya es padre
¡Sin spoilers! Ante tanta confusión y expectativa, diez valoraciones y consideraciones que tener presentes antes y después de leer el tan esperado octavo libro, que saldrá a la venta en España el próximo 28 de septiembre
Llega su octava aventura, en formato teatral
¡No es una novela! Para leer y entender Harry Potter y el legado maldito se debe tener presente en todo momento que NO es una novela, es un GUIÓN, es una obra de teatro encuadernada, formateada y distribuida, y como tal sus recursos son limitados o distintos porque la lectura y narrativa son diferentes al acostumbrado. El ejemplo más claro es que la historia se cuenta a base de diálogos, lo que provoca que se eche de menos la narrativa de Rowling y crea una dinámica de lectura distinta que debe uno asimilar. En un principio se torna difícil, provoca que el lector se pierda y deba regresar para saber quién dijo qué, pero una vez digerido este ritmo el lector queda envuelto en el Wizarding world.
Historia para telón Se debe tener en cuenta que es una historia pensada para cinco horas de duración –promedio– en escena, que podría parecer suficiente tiempo pero en realidad no lo es, por lo que el desarrollo del conflicto y su resolución es mucho más fugaz en comparación a los libros anteriores. Esto provoca la impresión –muy comprensible– de que falta historia y de que hay cosas que no se resuelven, así como una necesidad inmensa de conocer más sobre nuevos y viejos personajes.
Gigante, centauro y thestral Entendido y superado el tema del formato, se puede hablar de la magia detrás del texto. Es tierno, desgarrador, misterioso y divertido; nos hace reír, sufrir y enojar en una misma página debido a su acostumbrada intensidad y agilidad para plantear las situaciones e intervenciones, tan sabias y torpes, distintivas de cada personaje. El sello Rowling que sabe envolvernos y enamorarnos sigue vivo como la grandeza de todos sus personajes y criaturas.
Bajo el sombrero seleccionador Cierto es que superar a los protagonistas iniciales era una tarea casi imposible, pero la construcción de personajes nunca ha sido un problema para Rowling. Sabe perfectamente crear las personalidades fuertes y totalmente definidas de buenos y malos, mágicos y muggles. Esta no es la excepción y entrega cuatro nuevos personajes sólidos, con un inmenso potencial que, sin duda, el lector querría ver y disfrutar en un formato literario.
Destaca uno en especial, uno que roba la atención por encima de los demás, incluso del personaje central: Scorpius Malfoy –sí, Malfoy–. El hijo de Draco se lleva la obra con su carisma, astucia, lealtad y bondad, y es quien refuerza el papel de Albus, hijo de Harry y personaje aparentemente principal. De los personajes femeninos no se puede decir mucho a pesar de su gran potencial, una vez más el formato es un obstáculo para conocer a Rose Granger-Weasley y Delphi en profundidad.
Ministros de magia
Volvemos a encontrarnos con nuestros personajes favoritos pero ahora desde un ángulo adulto. Han maduro, envejecido. Han cambiado. Es un giro drástico que se siente como un pequeño golpe, pero uno comprensible. Ahora son cuarentones, tienen trabajo y una familia que sostener. La insoportable levedad de la adultez es inevitable hasta con magia. Dentro de este contexto, se encuentra un Harry devastado, cansado y bastante perdido en temas de paternidad –lógico, porque él no tiene ningún ejemplo a seguir–, de hecho todo lo hace mal. Sí, aquí Harry no tiene esa suerte y éxito de los libros anteriores. Hermione es relegada a un segundo plano junto con Ron, lugar donde no luce como antes su inteligencia y dedicación, no logramos visualizar quién es ahora más allá de su profesión. Y, por último, Ron. Aquí, Rowling tiene poca piedad y presenta a un won-won atrapado en un papel de gracioso y torpe, que en realidad no aporta casi nada y hasta provoca un poco de rabia.
Pero en Draco, Rowling se reivindica. Quien antes fue un niño malcriado, egoísta, prepotente y cobarde ahora es un hombre sensible, justo, sensato, al que la vida y el destino han golpeado muy bajo y que gracias a esas heridas se vuelve una gran persona y un gran padre –Sí, aquí los Malfoy son héroes y simpáticos–. Una sorpresa sin duda gratificante y enternecedora.
El que no debe ser nombrado Una vez que se revela la actuali--
dad no tan prometedora de los personajes que antes brillaban por la suerte de su juventud, se percibe una atmósfera muy distinta. En un inicio la historia parece ir por un camino muy diferente, centrando el conflicto en la relación padre-hijo. Sin embargo, hacia la mitad regresa nuevamente el pasado como tema central, y sin que se materialice el personaje antagonista, su presencia en la historia vuelve a ser fundamental. En ese momento –y tristemente– la historia se vuelve bastante predecible y extrañamos a la Rowling que nunca dejaba de sorprendernos con soluciones inesperadas y con su habilidad para entrelazar y planear hasta el más mínimo detalle.
Rowling y su orden del fénix
Mucho sabemos ya de Joanne Rowling, pero poco de los otros dos escritores detrás de estas dramáticas páginas que no debemos olvidar. Nos referimos a John Tiffany y Jack Thorne, quienes además de participar como autores intelectuales, son director y escritor de teatro respectivamente. Tiffany ha trabajado en la Compañía Nacional de Teatro de Escocia y en Broadway, además de haber obtenido destacables premios como el Oliver and Critics’ Circle Best Director Award. Thorne por su parte, escribe para teatro, cine, televisión y radio, acumulando créditos en más de 20 producciones. Este año ganó un Bafta por mejor miniserie (This is England 90’) y mejor drama single (Don’t take my baby).
¡Sí es una continuación!
Mucho se dijo y defendió por parte de la autora que este libro NO era una continuación aunque sí formaba parte de la serie de libros –confuso, sí–: porque era otro formato, tenía otro objetivo, estaba escrito para otro género, la historia no giraba alrededor de Harry, Hermione y Ron, estaba situada 19 años después y más, ¡pero es que sí lo es! Este triángulo protagonista tiene un papel fundamental, y como se comentó anteriormente, el pasado regresa para convertirse en el conflicto de esta nueva generación, por lo que no es una historia independiente, y definitivamente no califica como una secuela o precuela debido a la constante presencia de otros personajes que regresan –por fortuna–, como Snape, Cedric Diggory, Dumbledore, Minerva McGonagall y, obviamente, Ginny.
Immobilus
Es lógico que por ser una obra de teatro, la magia haya quedado un tanto congelada por cuestiones técnicas, de producción y efectos especiales. En esta ocasión no es un elemento protagonista ni un recurso para enriquecer la historia. Muy poco de clases, pociones y encantos, y eso se extraña. Lo que no se extrañaba es la horrible Avada Kedavra y otras maldiciones que vuelven para caer sobre algunos personajes.
El público quiere más actos
Algo que hizo muy mal Rowling es haber acostumbrado a sus lectores a la sobreproducción de material, y ahora, con Harry Potter y el legado maldito deja a sus lectores con una inmensa curiosidad y ganas de más, de reencontrarse con otros personajes que no aparecen o apenas se mencionan, como Luna Lovegood, Neville Longbottom o el insoportable Dudley.
Después de este repaso se confirma que esta no es la Rowling que conocemos, con su característica intensidad e ingeniosas sorpresas,
La obra es diferente a la Rowling a la que estamos acostumbrados y aun así sigue siendo un Potter
con esa habilidad que logró atrapar a niños y adultos de diferentes generaciones y que seguirá haciéndolo por muchas más. No, definitivamente no lo es, además de que la expectación que generó fue la maldición que cayó sobre el texto como una cicatriz invisible que no permite apreciar con objetividad una historia que nació con otro propósito y que tiene divididos en opinión a todos sus fans.
En lo que todos están de acuerdo es que de eso a nada es mejor tener esta pequeña muestra de lo que siguió, no importa si es en proscenio, papel o cámara. El guión-libro, con sus huecos o fallos o aciertos se disfruta y revive fibras que estaban dormidas desde el último libro o película. No deja de ser un Potter.
Entender y asimilar el formato teatral es la clave para hacer de esta lectura otro éxito en corazones y estanterías
J.K. Rowling, John Tiffany y Jack Thorne Harry Potter y el legado maldito / Harry Potter i el llegat maleït SALAMANDRA / EMPÚRIES. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DE GEMMA ROVIRA ORTEGA Y AL CATALÁN DE XAVIER PÀMIES GIMÉNEZ. 336 / 312 PÁGINAS. 19 EUROS