La Vanguardia - Culturas

Harry Potter: esto es casa

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Por los siglos de los siglos, sin importar las circunstan­cias, un impulso ha hermanado a los lectores: disfrutar con la historia que nos cuentan. Además de su atractivo clásico, la fascinació­n por lo desconocid­o y el del choque entre el bien y el mal, la serie de Potter nos acompaña porque esconde mucho más.

Quizá nos entusiasme porque se ancla en el realismo –distancián­dose de otras series de fantasía– para hablar de guerras sobre el mapa, pero también en la vida cotidiana: en la familia, en el amor o en la amistad. O porque desarrolla sus personajes en el claroscuro y brinda el triunfo a los marginados: un chico huérfano y criado entre desprecios, el amigo pobre y sin talento, una chica brillante de una raza

sucia.

Leí el primer volumen a los quince años, con cuatro más que sus protagonis­tas; quizá nos entusiasme porque crecimos junto a ellos. En una época en la que ser distinto se rechaza, consuela que otros normalicen las particular­idades. Los héroes de J.K. Rowling ocultan bajo el flequillo la cicatriz de un rayo, distinguen lo invisible para otros, y salvan el mundo. Otro impulso hermana a los lectores: encontrar un refugio. Con Harry Potter, Rowling nos construyó un hogar.

ELENA MEDEL Poeta, novelista, premio de las Letras de la Fundación Princesa de Girona

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