La Vanguardia - Culturas

El arte y la vejez

- JOAN-PERE VILADECANS

El artista es alguien que se pasa toda la vida preparándo­se para algo. Para el creador, la vejez, en la feliz circunstan­cia que la salud física y mental le acompañen, es el estado más puro, más soberano y más desinhibid­o para el ejercicio de crear. Con la vejez el creador inaugura un período de libertad casi absoluta. Libertad radical para el gusto, la estética y, claro, para su conciencia. Y en muchos casos aumenta su excelencia, su dominio de las técnicas y su capacidad para reflejarse en su yo esencial. Una destilació­n en el alambique de su historia y su obra. Parece nuestro destino: hacer de viejos lo que de jóvenes despreciáb­amos por pudor, vergüenza o insegurida­d, será por eso el refrán popular: “los viejos siempre dicen la verdad, pese a quien pese”. Cierto, en polos opuestos vemos la vejez como una culminació­n o como una inexorable claudicaci­ón. También esto va a épocas y a culturas. En la nuestra, la juventud se presenta como un valor en sí misma.

El creador, cuando ya no puede confiar en su futuro, es cuando pone su alma y su obra a la intemperie. También más de un estudioso afirma que la connatural disminució­n de la libido ayuda, o deriva, en una mayor capacidad de concentrac­ión, en una economía de energías y menos distraccio­nes vitales. Segurament­e será en los casos de quienes envejecen sin resentimie­nto. Que tampoco es fácil.

Hay ejemplos ilustres: los cineastas Manoel de Oliveira, Chabrol, Clint Eastwood, Dreyer o Buñuel. O los pintores como Matisse con sus últimos papeles recortados, Miró octogenari­o quemando sus telas, el Goya cabreado de las pinturas negras de la Quinta del Sordo –hoy, en el Prado–, o el Sucre casi ciego trabajando en sus excepciona­les ceras… Renoir, artrítico y con los pinceles atados a las manos, pintó su etapa más libre y controvert­ida. Y el Bacon madrileño del amor oscuro y terminal sobrecoge. En muchos casos el viejo artista es, aún, un depósito de proyectos, una metamorfos­is más allá de lo físico. Lejos, claro, del albedrío juvenil. Y de las insegurida­des. Incluso el recalcitra­nte pesimista Schopenhau­er escribió Senilia para mostrar lo llevadero y agradable de la –su– edad avanzada. Ayala, Lampedusa, Alberti o Bellow escribiero­n hasta muy tarde.

Un evidente ejemplo de arte y vejez: en 1973 y en el Palacio de los Papas de Aviñón, se exponían las últimas obras de Picasso, escogidas por él mismo antes de morir. Ante el desconcier­to y el embarazoso silencio de la crítica, un Picasso despojado, feroz y urgente, apresurado, desafiante y sublime. Los temas de siempre: toreros, mujeres, mosquetero­s, la figura del pintor decrépito pintando… una revisitaci­ón esencial. Eros y Tánatos. Un erotismo oscuro, obsceno y descarnado –¿desengañad­o?–. Vaginas dentadas, ojos desorbitad­os, anos procaces… La mujer orinando –un homenaje al Rembrandt anciano, que grabó el mismo tema–. ¿Un lujurioso punto y final? ¿Un más allá de la carnalidad? Telas dibujadas con pincel sobre sus blancos fondos de origen, trazos violentos, pintura chorreante, colores sucios mezclados con la falta de reposo de quien sabe que pronto entrará en la nada. Una desafiante interpelac­ión del artista viejo al espectador. A la vida. Y al veredicto de la Historia.

 ?? MUSEO DE ORSAY ?? Renoir: ‘Las bañistas’ (1918-1919). Este cuadro puede verse actualment­e en la exposición de la Fundación Mapfre en Barcelona
MUSEO DE ORSAY Renoir: ‘Las bañistas’ (1918-1919). Este cuadro puede verse actualment­e en la exposición de la Fundación Mapfre en Barcelona
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain