Werner herzog, ‘outsider’
Nacido en Munich (1942) y criado en las montañas de Baviera, con un contacto más bien escaso con la civilización, el cine de Werner Herzog parece surgir del espacio mítico de la infancia donde se hallan las fabulaciones y los resultados de una poderosa imaginación. Un espacio que, en sus películas, emerge con fuerza a partir de las distintas fracturas de lo real y que, finalmente, revela a un creador autodidacta con un profundo respeto por la naturaleza y su poder transformador. En las películas de Herzog los personajes cambian a partir de su relación con el entorno, nunca al revés. Hay pues, en su cine, una lucha contra el carácter destructor del hombre y su vanidoso deseo de adaptar los elementos naturales a su escala y necesidades.
Este universo tan particular se hace evidente ya en sus primeros documentales, como en Fata morgana (1971), y recorre su obra como en Fitzcarraldo (1982) y hasta trabajos contemporáneos como Grizzly man (2005) o Encuentros en el
fin del mundo (2007).
A pesar de que a principios de su carrera la crítica lo anidara dentro del llamado nuevo cine alemán –en los años sesenta– junto a cineastas como Wim Wenders, Rainer Werner Fassbinder o Volker Schlöndorff, la verdad es que la mirada de Werner Herzog es difícilmente equiparable a la de ningún otro creador. Sin ser voluntariamente fantástico, su cine mantiene viva la forma como los seres humanos interpretamos el mundo durante la infancia. Sin duda, con ojos de niño se vive mejor.