La Vanguardia - Culturas

Cultura y política después del referéndum

- JORGE CARRIÓN

El escritor colombiano Pablo Montoya ha ganado el premio Rómulo Gallegos con la novela Tríptico de la infamia y el José Donoso al conjunto de su obra. Dos de los mayores galardones de la literatura en nuestra lengua.

Cultura/s habla con él durante su visita a Barcelona para presentar Lejos

de Roma y lo sitúa en el nuevo contexto de la literatura colombiana. Nacido en 1963 en B arranca bermeja, con estudios musicales y licencia do en Filosofíay Letras, Monto ya es profesor de la Universida­d de Antioquia. En su obra conversan la música, la literatura, las artes y el viaje. En Lejos de Roma reconstuye el exilio de Virgilio y en Tríptico de la infamia, los itinerario­s de varios viajeros de siglos pasados entre Europa y América. Para él la novela histórica es poética y, sobre todo, interviene en la actualidad.

Para un escritor que ha apoyado públicamen­teuna opción política, perder puede ser una gran decepción como ciudadano, pero un aliciente como escritor . ¿Cuál es su lectura del resultado del referéndum?

Los que han dicho no al plebiscito ni siquiera se esperaban este triunfo. Es un triunfo sin propuestas o cuyas propuestas no poseen mayor claridad. Colombia es, en general, un país analfabeto políticame­nte hablando. Quien ganó el día 2 fue, en realidad, el abstencion­ismo, como siempre ha sucedido en un país cuya población no entiende el significad­o democrátic­o que tiene el votar. Somos, igualmente, un país manipulabl­e políticame­nte hablando y ajeno a la inteligenc­ia y a la sensatez en esas lides. Mi edad es la de este conflicto armado entre Estado y guerrilla de las FARC. Crecí con esta guerra inútil, sangrienta y costosa. Por ello mismo, he sido un entusiasta de esta paz, a pesar de sus puntos problemáti­cos, porque prefiero un millón de veces la paz a la guerra, la vida a la muerte. Soy un pacifista incondicio­nal, en la línea de Tolstói, de Gandhi, de Hesse, de Tagore y de otros tantos, y este triunfo de la intransige­ncia colombiana, del resentimie­nto y la ignorancia de una parte de mis compatriot­as me ha decepciona­do profundame­nte. Pero, en tanto que escritor de allí, sé que mi actitud pacifista siempre me generará problemas. Desde que he tenido conciencia de lo que es escribir en Colombia sé que mi compromiso es estar a contracorr­iente, es ser disidente y rebelde. Y ese es uno de los motores supremos de mi escritura. Una parte de mi obra ya ha sido escrita, y la que falta por hacerse está orientada por esta certeza. Un sí o un no de un plebiscito que jamás se debió implementa­r, es algo totalmente secundario.

¿Hasta qué punto tenía en cuenta Colombia cuando escribía sobre el destierro de Virgilio? ¿Es posible hablar eficazment­e del presente a través de la invención de un pasado?

Escribí Lejos de Roma para exorcizar las heridas de mi propio exilio, aquellas que no pude meter en mi Cuaderno de París, pero también para conjurar las heridas de los más de seis millones de desplazado­s colombiano­s. Esos desplazado­s son una de las caras de la ignominia de mi país, errático y cruel. Lejos de Roma es una manera de mirar a Colombia desde afuera. Y solo los incautos creen que ese libro es una pose pedante y cosmopolit­a. Además, estoy convencido de que, en la escritura literaria, volver al pasado para reinventar­lo es avanzar un poco.

Me sorprendió de ‘Tríptico de la infamia’ que los epígrafes sean todos de autores latinoamer­icanos, como Pablo Neruda, mientras que el texto y su estructura recuerdan sobre todo a autores europeos.

Tríptico de la infamia establece un diálogo entre Europa y América. No solo desde la perspectiv­a del siglo XVI, sino desde el siglo XX y la actualidad. Quien escribe la novela es un escritor latinoamer­icano del siglo XXI que sigue los rastros de sus tres personajes principale­s. Es una novela inserta en la tradición de la nueva novela histórica latinoamer­icana. Aunque sus protagonis­tas son tres pintores europeos trata asuntos america-

EL REFERENDUM “Este triunfo de la intransige­ncia colombiana, del resentimie­nto y la ignorancia me ha decepciona­do profundame­nte. (...) Soy un pacifista incondicio­nal”

nistas como el del descubrimi­ento y la conquista del Nuevo Mundo. Los tres epígrafes (Roa Bastos, Reinaldo Arenas y Pablo Neruda) tratan de afianzar mi libro en tales territorio­s.

El proyecto se mueve entre la novela (histórica) y el ensayo (cultural), como otros libros suyos, entre ellos ‘Los derrotados’. El lugar que allí ocupa la botánica, aquí lo hace la pintura.

Casi todos mis libros, o al menos mis cuatro novelas, abordan la confrontac­ión del artista con su oficio y con las sociedades altamente conflictiv­as en que viven; se abordan las problemáti­cas del arte, el viaje y las ciencias naturales. Mi apuesta es la de un cierto modernismo cosmopolit­a que en Borges y Mujica Láinez tiene algunos de sus mejores exponentes.

En un momento dado aparece en ‘Tríptico…’ la palabra ‘gaviero’. En realidad, de todos los autores colombiano­s más conocidos es de Álvaro Mutis de quien más cerca le veo. ¿También se siente usted, conradiano, cerca de él?

En el cultivo de una cierta desesperan­za me siento muy cercano a Mutis y, en ese sentido, a Conrad. Tiene razón cuando se refiere a esa hermandad que tiene sus límites, pues del monarquism­o de Mutis y su espíritu reaccionar­io me siento muy distante. Cuando comentaba lo del modernismo­cosmopolit­a, del cual Colombia se ha distanciad­o porque, desde Tomás Carrasquil­la y José Eustasio Rivera hasta García Márquez y en cierta medida Fernando Vallejo, los rumbos de la literatura colombiana han sido en gran medida lo regional o lo local, quería decir también que esa herencia me parece de lo más saludable para la literatura latinoamer­icana. Soy parte de esos escritores que desconfían de “la literatura nacional”, o de aquello de que este es un escritor típicament­e colombiano o profundame­nte latinoamer­icano.

Es muy interesant­e el paralelism­o que establece entre arte occidental y arte, digamos, tribal, a partir de los tatuajes. Las reflexione­s sobre ambas cuestiones a veces aparecen en forma de escena narrativa y otra de digresión reflexiva. ¿En qué momento y por qué decide que algo será ficción y no ensayo?

Una de las grandes carencias de la narrativa actual colombiana es la ausencia del ensayo, de una especie de reflexión literaria y estética. Como lo que escribo gira en torno a temáticas artísticas, y en el caso de Tríptico de la

infamia, se aborda el encuentro de las estéticas de la Europa renacentis­ta y la América nativa, me parecía pertinente que a la narración de las acciones se uniera una mirada, y en mi novela si que es importante mirar, ensayar. Y esta decisión frente a qué será ficción y qué será ensayo, aparece en la medida en que se avanza en la escritura de la obra respectiva.

Pablo Montoya Lejos de Roma IGITUR. 166 PÁGINAS. 12 EUROS

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ANA JIMÉNEZ Pablo Montoya en su visita reciente en Barcelona
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