Protagonistas con redaños
Los héroes que han salido de la pluma de Arturo Pérez-Reverte cubren una amplia gama de registros, y en muchos casos remiten a modelos configurados por la tradición. Su personaje más popular es sin duda el capitán Alatriste , un veterano de los tercios de Flandes que malvive como espadachín y que cuenta con un paje de contrapunto, Iñigo Balboa. Alatriste ha aparecido en una serie de siete volúmenes en total, y es un tipo básicamente con agallas. También las tiene el brigadier Pedro Zárate en
último novelón del escritor cartagenero y uno de los personajes que viajan al París dieciochesco para adquirir la Zárate acompaña en este libro al bibliotecario Hermógenes Molina, y cuando aparecen salteadores de caminos, demuestra que con creces que no le falta valor. Pérez-Reverte ha creado otros personajes de igual temple, como el comisario Tizón de (ambientada en el cerco napoleónico de Cádiz). Otra recurrencia de algunos de sus héroes literarios es la de encarnar caracteres crepusculares, perdedores a los que la existencia ha dejado en los márgenes: así, por ejemplo, Coy en
un marino sin barco desterrado del mar; o el capitán Xaloc de
último corsario español frente a las costas de Cuba. O Faulques en , un fotógrafo de guerra muy baqueteado por su trabajo y que al final intenta, pintando un gran fresco bélico, comprender el horror de la existencia. De hecho valor y desengaño ya son notas dominantes en en los primeros libros de Pérez-Reverte: en sin ir más lejos, el personaje principal, Frederic Glüntz da vida a un carácter con un aura melancólica, fruto de su experiencia en la cruel guerra de España, que no casa con lo que le han enseñado en la academia militar.