El género Escobar
Historias del narcotráfico Es el tema en auge. Nuevas temporadas y estrenos de series, películas o documentales, buena parte a partir de la temida figura de Pablo Escobar, mítico fundador y jefe del cártel de Medellín. El próximo 25 de noviembre se estren
La cocaína y la guerra que se libra a causa de su comercio son dos asuntos paradójicos. Nunca un alcaloide ha sido tan usado por aquellos que detentan el poder y nunca este mismo poder ha combatido su tráfico con tanta ferocidad. La llaman “guerra contra las drogas” y al tiempo que absurda e inútil es, como cualquier conflicto a gran escala, una fuente inagotable de historias. A pesar de esto, Hollywood, que siempre ha logrado sacar partido de las confrontaciones en que participan los norteamericanos, hasta ahora no ha sabido qué hacer con esta guerra.
Tal vez porque uno de los lugares del mundo donde se consume cocaína son las mansiones de Hollywood o porque, al contrario que con los indígenas, los alemanes, los rusos o los terroristas, el traficante de drogas no es un enemigo fácil de estigmatizar. Un narco vestido con ropas de diseñador, fumando puros en la casa de su hacienda o semidesnudo en una piscina y rodeado de mujeres hermosas es tan sólo un símbolo más del capitalismo, uno de los nuestros.
Pero, hoy en día, no todo lo que conquista el mundo sale de los centros de poder. En Colombia y México, países donde el narcotráfico es la actividad principal y cuyos habitantes sufren con mayor rigor esta guerra, se empezaron a contar las historias de los narcos hace ya más de dos décadas. Primero los traficantes asomaban con timidez gracias a personajes secundarios de las producciones, después aparecían como coprotagonistas y, por último y de manera inevitable, se convirtieron en protagonistas únicos de las series.
Las historias de narcos cautivan a quienes sueñan con la riqueza y el lujo, a quienes están ansiosos de emociones y placer. Son el sueño americano de los pobres y, al mismo tiempo, una forma de venganza de los desahuciados por el sistema económico. Producciones como Sin tetas no hay paraíso, El capo, El cartel de los sapos y La reina del sur se tomaron el continente y consolidaron el género. Pero el golpe final lo dio Escobar, El patrón del mal, una serie que cuenta la vida del jefe del cártel de Medellín y que, a pesar de algunos coqueteos con el melodrama, arrasó en las pantallas del mundo gracias a la suma de grandes personajes e innumerables y apabullantes anécdotas.
La vida de Escobar es épica. Hijo de un campesino y una maestra, crece en un barrio de pandilleros en Medellín, se inicia en el robo de carros y el contrabando de tabaco y de allí pasa al tráfico de cocaína. Con los aviones, barcos y mulas inundando el mundo de polvo blanco, Escobar crea un imperio, entra en la lista de hombres más ricos del mundo, doblega al Estado colombiano, mantiene en vilo a varias agencias de seguridad de los Estados Unidos y sólo es derrotado gracias a la traición de sus socios. La serie Escobar, el patrón del
mal no sólo consolidó las grandes audiencias para las historias de narcotraficantes, sino que logró acabar con las dudas que Hollywood tenía sobre las posibilidades narrativas y comerciales del tema. Arrancó Netflix que vio el filón de Escobar y ya va por la segunda temporada de Narcos. Le siguieron
Paraíso perdido, un acercamiento a las intimidades del narcotráfico con Benicio del Toro como Escobar. Y se estrenará en España, el próximo 25 de noviembre, Infiltrado, el primer thriller donde se gradúa al mafioso como enemigo del imperio.
Pablo crea un imperio, entra en la lista de hombres más ricos del mundo y doblega al Estado colombiano