La cantera de Tárraco
Una visita al centro arqueológico de El Mèdol
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2000 junto al resto del legado romano de Tárraco y probablementeseaunodelosmonumentos arqueológicos más desconocidos por el público. Se trata de la cantera romana de El Mèdol, a pie de la autopista AP-7, al lado del área de servicio con el mismo nombre y que desde hace años está dando un nuevo sentido al concepto de hacer un alto en el camino. Ninguna otra autopista de España y Europa tiene el privilegio de disponer junto a su trazado de un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad. Y lo que para muchos es sólo una referencia viaria, es en realidad la puerta de entrada a Tárraco.
Popularmente se la conoce como Clot del Mèdol, y es una importante explotación de piedra de 11 hectáreas que sirvió para la construcción de la ciudad de Tarragona desde los años del imperio romano hasta bien entrado el siglo XX. De ella se calcula que se han extraído unos 50.000 metros cúbicos de roca, principalmente durante la época romana, y muchos son los lugares donde actualmente se puede identificar la presencia de esta piedra tan característica.
Hace escasos tres años, la compañía Abertis, propietaria de los terrenos donde se encuentra la cantera, apenas a seis kilómetros de la ciudad de Tarragona, llevó a cabo la obra de rehabilitación más importante realizada en El Mèdol; 1,5 millones de euros pertenecientes al compromiso con el 1% cultural que contribuyeron a poner en valor un monumento poco
Sólo en la Provenza francesa hay un obelisco natural similar, pero de menor valor arqueológico
conocido pese a su valor arqueológico. Una inversión que permitió realizar prospecciones arqueológicas y construir un centro de interpretación y divulgación histórico-cultural del monumento, que se encuentra en el área de servicio de la AP-7 y por el que se calcula que pasan unas 30.000 personas al año.
Un camino habilitado desde el área de servicio da acceso, a pie o incluso en coche, a la cantera, cuyo perímetro se puede recorrer en unas dos horas aproximadamente. Un incendio ocurrido en 2010 afectó a parte de la superficie del monumento poniendo al descubierto nuevas partes de la cantera, lo que permitió recuperarlas e incorporarlas al estudio arqueológico, llevadas a cabo por el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (Icac). A lo largo del sendero, cinco balcones, con la función de mirador, sirven al visitante como punto de información, donde se pueden descargar también códigos QR con fragmentos de vídeo con más detalles. La mayoría de los balcones dan al enorme socavón de 200 metros de largo y un ancho de entre 10 y 40 metros, donde se encuentra la aguja de piedra de 16 metros –marca hasta dónde se llegó con la extracción de piedra–, el icono de la cantera y un elemento técnico con el que los romanos hacían gala de su capacidad de dominio de la naturaleza. Sólo en la Provenza francesa hay otra similar, pero la de Tárraco tiene más valor arqueológico. Por motivos de seguridad, actualmente está prohibido acceder a la base de este obelisco natural, que fue durante muchos años reto de los escaladores.
Además, el microclima generado a lo largo de los años en la hondonada de la cantera ha dado al lugar un alto valor ecológico y botánico por las especies vegetales que se encuentran y por las huellas fósiles en las rocas, así como también por la fauna singular que habita la zona, como el búho real.
La vinculación de este espacio con la vida social y cultural de Tarragona ha sido especialmente notable a lo largo del siglo XX como escenario musical por la acústica del lugar. La Reial Societat Arqueològica Tarraconense da testimonio de la actuación que tuvo lugar el 16 de septiembre de 1930 y que reunió a más de 700 personas, con Rita Brosa al piano y Juan Gisbert al violonchelo. También en junio de 1933 fue escenario teatral. Se estrenó la Medea de Sèneca, a cargo de la compañía teatral de Margarida Xirgu y Enric Borràs. Un año antes el presidente Francesc Macià y el entonces conseller de Cultura Ventura Gassol politizaron la cantera como emplazamiento para mítines. El último tuvo lugar en 1995, antes de que el monumento pasara a ser sólo eso, un monumento arqueológico.