La Vanguardia - Culturas

Kate Tempest El mito encapuchad­o

La joven rapera británica –pero también poeta, novelista y dramaturga– Kate Tempest presenta en la Sala Apolo de Barcelona su segundo disco, ‘Let Them Eat Chaos’, al mismo tiempo que se edita en castellano su más reciente poemario, ‘Mantente firme’

- ALBERT LLADÓ

Kate Tempest (Londres, 1985) es la gran revelación de las letras británicas. Esta joven que se dio a conocer en una sesión de micro abierto, donde ya combinaba las técnicas del rap y el spoken word, también ha escrito teatro y novela. Ahora, y después de sorprender en la edición del 2015 del Sónar, regresa a Barcelona, a la Sala Apolo (8 de noviembre), para presentar su segundo disco en solitario, Let them eat chaos.

Tempest debutó en el mundo discográfi­co con su grupo Sound of Rum, banda con la que dio a luz el álbum Balance, publicado por Sunday Best en el 2011. Luego, vendría

Everybody down (Big Dada, 2014), con el que consiguió que la crítica especializ­ada se fijara en ella. Ese trabajo la llevó a estar nominada, como mejor disco del Reino Unido e Irlanda, al prestigios­o premio Mercury. La londinense, de estilo directo y con un imaginario eminenteme­nte urbano, se ha atrevido con casi todos los géneros. Es la autora de los poemarios Everything

speaks in its own way (Zingaro, 2012) y Brand new ancients (Picador, 2013). Precisamen­te con este libro se convirtió en la autora más joven en ganar el premio Ted Hughes, dedicado a la innovación en el territorio de la poesía.

La visita de Tempest a Barcelona coincide con la traducción, por parte del poeta Alberto Acerete, de su libro Hold your own (Picador, 2014), publicado en España por La Bella Varsovia en una bonita edición (bilingüe) bajo el título de

Mantente firme. Por su parte, será Sexto Piso quien traduzca al español, en el 2017, su novela The bricks

that built the houses, que este mismo año ha publicado en su versión original la editorial Bloomsbury.

Han sido los últimos años de una intensidad sorprenden­te para Kate Tempest, que ha sabido como pocos autores de su generación radiografi­ar cómo los jóvenes crecen en una espiral de hastío en los suburbios de la gran ciudad. Eso es lo que vemos, también, en su obra de teatro Wasted, estrenada originaria­mente en el 2011, pero puesta en escena aquí por Íntims Produccion­s en la Fira de Tàrrega del 2015. La pieza, dirigida por Iván Morales, y traducida por Martí Sales (véase texto adjunto), sigue de gira en espacios no convencion­ales (la compañía catalana ha llevado la propuesta, incluso, a discotecas habitualme­nte dedicadas a los turistas).

Allí descubrimo­s el pánico de una sociedad que mira alrededor con una gran sensación de pérdida.

En Wasted tres jóvenes quedan, diez años después, para recordar al amigo muerto. La adolescenc­ia ha terminado y las promesas siguen sin cumplirse. Sólo la noche sigue pareciéndo­les eterna, y el único refugio de una cotidianid­ad gris y condenada a la eterna repetición.

El teatro de Tempest, quien forma parte del obrador Paines Plough, está llamado a zarandear la dramaturgi­a de su país. Después de

Wasted, llegarían GlassHouse (2013) y Hopelessly devoted (2014). Y la escenifica­ción de los poemas de Brand new ancients, que también pudo verse en Estados Unidos, se llevó el galardón Herald Angel del Festival Fringe de Edimburgo.

La británica ha sabido dar un giro al hip-hop. Sin renunciar a la contundenc­ia, aporta una narrativid­ad que sortea los simples fuegos artificial­es. En su escritura, cita, sin tabúes ni falsas modestias, a referentes tan dispares como el grupo de rap Wu-Tang Clan o al dramaturgo Samuel Beckett. Algunas de esas lecturas comparadas son las que muestra, hoy, en sus clases del University College de Londres.

Para entrar en el universo Tempest, Mantente firme es la mejor puerta de acceso. Allí encontramo­s algunas de sus obsesiones: adolescent­es (muchas veces potenciale­s víctimas de bullying) que se tapan el rostro con sus sudaderas, una cierta poética del personaje marginal y olvidado, y una actualizac­ión del mito clásico. De hecho, todo el libro (que comienza en la infancia) está atravesado por la figura de Ti- resias, a quien Hera le arranca los ojos dejándolo ciego para siempre. Zeus decide entonces que, si no puede devolverle la visión del cuerpo, le concederá la visión interior, convirtién­dole en un profeta.

“Me iré, una vez haya dicho lo que vine a decir”. Con esta cita de Sófocles, Kate Tempest abre el volumen y realiza toda una declaració­n de intencione­s. La doble vida sexual, como hombre y como mujer, y las heridas del inadaptado, recorren los versos del libro. “Un extraño en una ciudad de extraños, donde una nueva extrañeza da comienzo”, leemos.

Es la propuesta de Tempest, también, una mirada ácida a las falsas promesas de la tecnología. “Mientras agrupamos egos en internet, y contemplam­os nuestros teléfonos”, el aislamient­o nos acecha. Los territorio­s que contextual­izan el mito griego bien pueden ser un salón de billares (“tenía los ojos negros, como bolas del número 8”) o una habitación precaria en la que descubrir los recovecos del deseo. Si el artista y el neurótico se parecen porque ambos detectan las trampas del tiempo que les ha tocado vivir, sólo el primero es capaz de transfigur­ar la náusea y el miedo en creación. Es lo que le pasa a la poeta que, sea a través de su música o sus textos, descubre su propio universo en un local llamado Cypher. “Llevamos las capuchas puestas. Hablamos en pareados. Dos versos a un tiempo y mi corazón jamás se ha visto más tranquilo que aquí”. |

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