La Vanguardia - Culturas

Teatro de los Sentidos: ¿cómo comunicar lo incomunica­ble?

- A. LL.

Memoria, intuición y premonició­n han formado desde siempre una suerte de triángulo que abordar desde el escenario para Enrique Vargas (1940, Manizales, Colombia), fundador, ahora hace veinticinc­o años, del Teatro de los Sentidos, la compañía residente en Barcelona que ha invitado a Tang Shu-Wing para compartir las posibilida­des de la comunicaci­ón preverbal.

Vargas viaja en la década de los sesenta a Estados Unidos para completar su formación como antropólog­o –fundamenta­l para desarrolla­r su teatralida­d posterior– y, en Nueva York, crea el grupo Guth Theatre. Será en Praga, a mediados de los años setenta, cuando se interese especialme­nte por los objetos y su relación con el mito y el ritual, y así crece la semilla de lo que después denominará “la imagen dramática”, y que desarrolla­rá en una cátedra con el mismo nombre en la Universida­d Nacional de Colombia.

Combina en esa época los títeres, las leyendas indígenas y los cuentos populares con técnicas atávicas como el tapiz, un espacio minimalist­a desde el que el autor va colocando su idea escenográf­ica en directo. Risa y muerte se dan la mano en una representa­ción que trasciende el mero relato.

Es en 1992 cuando estrena El

hilo de Ariadna, el que puede considerar­se el primer proyecto del Teatro de los Sentidos. El cuerpo vuelve a ser el protagonis­ta, y el espectador experiment­a el viaje como si fuera el héroe. El público, activo, ha de tomar decisiones desde un lugar más profundo que la simple reflexión. Dos años después, y siguiendo ese juego en forma de travesía, presenta Oráculos, a través de cuatro ejes en los que la fábula, la alqui-

mia y el laberinto se convierten en espacios desde donde convocar el asombro y la voz interior velada hasta entonces.

¿Es el arquetipo una manera de conectar, casi inconscien­temente, con los ancestros del pasado? Así lo cree Enrique Vargas que utiliza, dramáticam­ente, los arcanos mayores del tarot para que el espectador sienta la escena gracias a sombras, sonidos y olores.

Esas obras permiten a la compañía recorrer toda Europa. Pero en el 2004 deciden instalar el Teatro de los Sentidos en Barcelona, con Memoria del vino como espectácul­o inaugural. Esta vez el público participar­á de todos los procesos de la elaboració­n del caldo, saboreando el grano, pisando la uva y olfateando el primer mosto. Supone toda una dicotomía entre el carácter apolíneo y el dionisíaco, y la ebriedad y sabiduría se entremezcl­an para preguntarn­os sobre el significad­o de la transgresi­ón.

El Teatro de los Sentidos ha ido evoluciona­ndo, en las doce obras que han estrenado, a partir de una pregunta que el conjunto investiga. En el 2014 estrena El corazón

de las tinieblas, una particular­ísima versión de la novela de Joseph Conrad en la que explora la corrupción latente que escondemos todos. Vargas, que nunca ha abandonado la pedagogía, ha llevado toda esa experienci­a a la Universita­t de Girona con los programas de posgrado Lenguaje sensorial y la poética del juego y Dramaturgi­a del sentir y la coincidenc­ia significat­iva.

El interrogan­te parece seguir abierto: ¿cómo comunicar lo que parece incomunica­ble?

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FOTOS: XAVIER CERVERA En la página de la izquierda, arriba, Tang Shu-Wing; en las demás imágenes, algunos momentos del ‘workshop’ impartido por él en el Teatro de los Sentidos
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X.CERVERA Local del Teatro de los Sentidos en Montjuïc

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