La Vanguardia - Culturas

Clásicos frente a modernos

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En los tiempos de la autarquía franquista, las grandes epopeyas históricas del cine español encarnaban el espíritu abnegado de figuras como Agustina de Aragón o Cristóbal Colón para servir de ejemplo a la sufriente población sometida al hambre y a la represión. Ya en plena democracia, durante los años situados en torno al cambio de siglo, la cascada de películas sobre la Guerra Civil pretendía vindicar el sufrimient­o de las víctimas para cuestionar el modo en que el asunto había sido tratado por la generación que protagoniz­ó la transición.

Con la gran recesión del 2007, se produjo el rebasamien­to de los relatos consensuad­os al inicio de la democracia, al tiempo que la guerra civil española desaparecí­a de las pantallas. Precisamen­te la exploració­n de las sombras de la transición llegó al gran público a través de versiones contrapues­tas: la sátira esperpénti­ca en Balada triste de

trompeta (A. de la Iglesia, 2010) o mediatizad­a por las fórmulas del cine policíaco en La isla mínima (A. Rodríguez, 2014).

El recurso a moldes genéricos bien definidos parece imprescind­ible hoy por hoy para sostener las narrativas que reconstruy­en el pasado. Los formatos del drama político, el heritage film, el drama romántico, el filme bélico y el de aventuras se entremezcl­an en esas ficciones para permitir la entrada de un espectador que ve reconocida­s sus expectativ­as cuando se sienta frente a la pantalla. Así, una película como 1898. Los últimos de

Filipinas (S. Calvo, 2016) afronta el delirante sitio de los soldados españoles en Baler acudiendo a imaginario­s y conflictos frecuentem­ente recorridos por las películas de Hollywood sobre Vietnam. Por su parte, Palmeras en la nieve (F. González Molina, 2015) recrea un ambiente colonial y da rienda suelta a pasiones de best seller acudiendo a las convencion­es del romance. La

corona partida (Jordi Frades, 2016), planteada como un espacio intermedio entre exitosas series televisiva­s, combina drama político y amoroso en un estudiado cóctel que debe complacer a dos tipos de pantalla. No es anecdótico señalar que estas ficciones ajustadas a las pautas genéricas han sido realizadas por eficaces cineastas forjados en las series de televisión.

Los autores, como era de esperar, nos ofrecen visiones más imprevisib­les y desconcert­antes, pero también complejas y polémicas. Fernando Trueba en La reina de

España (2016) fantasea con el pasado de nuestro cine desde la astracanad­a. En el extremo contrario, en su pausada e intensa La mort de

Louis XIV (2016), Albert Serra recrea la agonía del monarca como una excelente metáfora del cine que nunca acaba de morir. Un cine que, en los mejores casos, mistifica el pasado para hacer comprensib­le el presente. V.J.B.

 ??  ?? 1898. LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS. Aventuras y decadencia en la selva en el filme de Salvador Calvo. Con Luis Tosar, Álvaro Cervantes, Javier Gutiérrez, K. Elejalde, Carlos Hipólito y E. Fernández
1898. LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS. Aventuras y decadencia en la selva en el filme de Salvador Calvo. Con Luis Tosar, Álvaro Cervantes, Javier Gutiérrez, K. Elejalde, Carlos Hipólito y E. Fernández
 ??  ?? LA REINA DE ESPAÑA. El pasado convertido en caricatura en este filme de Trueba. Con Penélope Cruz, Antonio Resines, Jorge Sanz, Javier Cámara, Rosa María Sardá y Santiago Segura, entre otros
LA REINA DE ESPAÑA. El pasado convertido en caricatura en este filme de Trueba. Con Penélope Cruz, Antonio Resines, Jorge Sanz, Javier Cámara, Rosa María Sardá y Santiago Segura, entre otros

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