óperas primas
Cuatro óperas primas llegan pisando fuerte el año que viene. Son los proyectos de cuatro directoras jóvenes que, durante su fase de desarrollo, han pasado por algunos de los talleres, mercados y programas de cine más prestigiosos del mundo. Es obvio, pues, que las historias que proponen ya han conquistado una parte de la audiencia. Tierras de soledad, de Meritxell Colell, estuvo seleccionado en el Atelier de la Cinéfondation del Festival de Cannes, mientras que Verano
1993 de Carla Simón ganó un premio en el Holland Film Meeting Co-Production Platform. Ana de día de Andrea Jaurrieta, por su parte, fue seleccionado para el programa
Small is biútiful de París, y Júlia ist de Elena Martín es un proyecto que nace en la Universidad Pompeu Fabra pero que ya se ha paseado por el prestigioso Rotterdam Lab.
Esta más que notable presencia de proyectos de directoras noveles en los grandes hervideros del cine europeo arroja una nueva luz sobre la gestión del talento en nuestro territorio. Desde una perspectiva cualitativa, una tímida puerta parece que se esté abriendo, no solamente por la renovada confianza que obtiene nuestra creatividad dentro de nuestras propias fronteras sino por la contundente respuesta que ésta halla fuera de ellas. Detectar el talento propio ha sido, y en cierta media sigue siendo, una de las grandes retos de nuestra cinematografía.