La Vanguardia - Culturas

Jean Rhys y la mujer del ático

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Jean Rhys (Dominica, 1890-Reino Unido, 1979) logró en 1966 el reconocimi­ento general con

, la precuela, que decimos ahora, de

“Ha llegado demasiado tarde”, se limitó a decir la escritora, de vida larga pero no precisamen­te feliz. Todo el mundo había olvidado a la antillana, autora de cinco novelas de éxito rápido y efímero, ahora una anciana en Cornualles que sin embargo logró la proeza imposible de dar un pasado a la mujer loca de Edward Rochester, y de estar a la altura. Nadie que haya leído

podrá mirar de la misma manera la novela de Charlotte Brontë: la visión de Bertha Antoinetta Mason en su tierra caribeña lo cambia todo.

Mucho tienen en común Brontë y Rhys: el anhelo del afecto materno, el amor imposible por un hombre casado... Pero aún más tienen en común Jean Rhys y la mujer encerrada en la torre de una mansión azotada por el viento y la lluvia de la fría Inglaterra, fría en todos los sentidos del término. En

se nos presenta la locura de Bertha, la criolla a la que un hacendado británico desposa en Jamaica, empujado por el deseo de su familia de hacerse con la fortuna de la dama. Bertha es bella, rica, un trofeo que poco a poco se le deshace entre las manos a un marido que, nos confiesa a los lectores, no la ama. Nunca la ha amado.

Bertha es el obstáculo, el dique que retiene la pasión de Rochester por Jane Eyre. “Pero siempre está la otra versión”, replica Antoinette Cosway, el nombre que Jean Rhys da a la esposa de Rochester en

La escritora recoge los desechos en que se ha convertido la vida de BerthaAnto­inette de la mano de Brontë y la dignifica, le otorga una voz y unas circunstan­cias, es decir, una razón. Muchas razones. En la familia de Antoinette existe una veta de enfermedad mental, ella la sufre, su marido no lo acepta. Piensa que lo finge, a ella le duele. Una sensibilid­ad desbocada, la de ella, furiosa y violenta como los colores de los cielos y las aguas del Caribe; sensual, arrebatada y sudorosa, magia y calor. Él hubiera preferido una rosa inglesa, él prefiere la rosa inglesa, será Jane Eyre. No puede acabar bien.

Jean Rhys, volcánica y fogosa, tampoco encajó en Europa. Tuvo al menos la salida de la escritura. Sin ella, tal vez hubiera tenido aún más cosas en común con la mujer del ático.

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