Candel en Montserrat
Avance de los diarios privados del escritor
La pintura había sido sentenciada a muerte, lo que proporcionó una inusitada libertad a aquellos artistas que seguían explorándola
En la octava planta del edificio que Renzo Piano diseñó para albergar el nuevo Museo Whitney se encuentra la muestra Fast forward, dedicada a la pintura estadounidense de los años 80. La exposición, comisariada por Jane Panetta, presenta más de cuarenta obras pictóricas junto a algunos dibujos y grabados. Más que una revisión exhaustiva, Fast forward es un recorrido emocional por una época atravesada por el sida, los excesos consumistas de la etapa Reagan y, muy especialmente, la saturación mediática –de ahí el guiño del título de la exposición a uno de los comandos del reproductor de vídeo–. En plenos balbuceos de la era digital, la pintura había sido sentenciada a muerte, lo que proporcionó una inusitada libertad a aquellos artistas que seguían explorando este medio y sus límites, como se puede ver en la selección de obras.
Dividida en varias salas, entre las que solamente una está dedicada a la abstracción, la exposición es un paseo lúdico, y a su vez conflictivo, por la pintura de los años 80 en Estados Unidos, principalmente en Nueva York, donde se produjo un estallido de galerías de arte en zonas entonces problemáticas de la ciudad como el East Village. Entre los hilos conductores de la exposición se halla la reflexión acerca de los estragos causados por el sida, con artistas como Ross Bleckner y Carlos Alfonzo; otros hilos más lúdicos exploran la propia historia de la pintura figurativa, como ocurre con el enorme lienzo When the
worlds collide (1984) de Kenny Scharf, quien, desde su práctica del surrealismo pop, siempre quiso divertirse con su arte e incluir en su disfrute al espectador. El guiño a su amigo Keith Haring, en forma de muñeco naranja en la esquina inferior derecha del cuadro, nos lleva a la obra sobre cuero sintético de este último (Sin
título, 1983-84), expuesta a unos metros de distancia junto a LNAPRK (1982) de Jean-Michel Basquiat. Los tres, Scharf, Haringy Basquiat, tienen en común tanto el haber sido grafiteros irreverentes como el haberse convertido en los pesos pesados de la pintura estadounidense de la década.
Detrás de estos tres lienzos se encuentra la obra de otros pintores que igualmente proponen análisis visuales sobre cuestiones candentes en aquel momento, muchas de ellas aún en vigor. La verja herrumbrosa de un local comercial cerrado representada en Closed de Martin Wong traslada al espectador a la gentrificación del Lower East Side, previa a la de otros barrios de Manhattan y Brooklyn. Por su parte, A visit to/a visit from/the island (1983) de Eric Fischl, es una expresiva manera de responder a las políticas migratorias de EE.UU. de aquellos años, pero también de hoy mismo. El cuadro, de grandes dimensiones (213.4 x 426.7 cm), muestra en el panel izquierdo a una familia blanca de vacaciones en el Caribe, mientras que el panel de la derecha representa a unos haitianos también a la orilla del mar, pero, en su caso, recién llegados a las costas estadounidenses tras una odisea por huir de su país.
La revisión y apropiación pictórica de archivos fotográficos es otra de las constantes de la muestra y, por ende, de la pintura americana de la época. Leon Golub, en White squad 1 (1982), el primero de una serie de siete acrílicos de estilo realista, emplea material visual recopilado por él mismo durante décadas para reflexionar sobre la violencia generada por los escuadrones de mercenarios que trabajaban a favor de gobiernos latinoamericanos financiados por la CIA.
Y llegamos a Las tres gracias (1981), obra del artista afroamericano Robert Colescott. En lugar de representar la belleza, el encanto y la creatividad, Colescott revisa este tropo de la historia del arte y decide que el arte, el sexo y la muerte son las nuevas gracias de esa década. En su línea satírica, propone nuevas narrativas raciales y de género y aparece autorretratado en forma de busto al que una de las tres mujeres está a punto de desfigurar con un cincel. Son, en efecto, los ochenta, excesivos y cómicos pero atravesados por una veta amarga.
Fast forward: painting from the 1980s
WHITNEY MUSEUM. NUEVA YORK. WWW. WHITNEY.ORG. HASTA EL 14 DE MAYO