La gran belleza
Antología Con una elegante selección y traducción de poemas de uno de los periodos más emblemáticos de la cultura alemana, ‘Floreced mientras’, de Juan Andrés García Román, demuestra que el Romanticismo siempre vuelve
Recuerdo con frecuencia un libro de aquellos que se leen en las primeras etapas de una educación sentimental, Introduction à la philosophie esthétique, de Marc Sherringahm (Payot, 1992; sin traduccir en España). Con un sugestivo planteamiento, que resulta de aplicar a la historia de las ideas estéticas el concepto de paradigma, de T.S. Kuhn, procedente de la historia de la ciencia, el libro se cierra con un epílogo en forma de pregunta: ¿podemos salir del Romanticismo? La respuesta negativa del autor se me aparece en ocasiones con una evidencia palmaria: a pesar del giro antirromántico de gran parte de la modernidad artística, igual que las célebres golondrinas de Bécquer, el Romanticismo –en nuestro individualismo a ultranza, la sensibilidad ecologista y medioambiental, la conciencia hipercrítica de las artes, el actual culto al cuerpo, la eterna juventud y la belleza física, el nacionalismo o la dictadura de las emociones– siempre regresa. Y el panorama editorial no es ninguna excepción.
Últimamente lo había hecho con libros como Huellas: tras los pasos de los románticos, de R. Holmes (Turner, 2016), y ahora con
Floreced mientras, esta espléndida, suprema antología de poetas del Romanticismo alemán al cuidado de Juan Andrés García Román, la cual viene a complementar a la del Romanticismo inglés publicada hace unos años por Tusquets (La música de la humanidad, 1993), a fin de dar a conocer lo más granado de toda la poesía romántica. Y es que las antologías del Romanticismo, en especial alemán, constituyen casi un género autónomo. Empezando por la
pionera, y aún de referencia, El
entusiasmo y la quietud, al cuidado de Antoni Marí, editada también por Tusquets (1979, 1998), de carácter misceláneo, hasta las igualmente notables La légende dispersée (Christian Bourgois, 1978) o La
forme poètique du monde (Jose Corti, 2003), además de las dedicadas a aspectos concretos como son la teoría literaria (la imprescindible L’absolu litteraire, Seuil, 1978; hay traducción castellana en Eterna Cadencia, 2013) o del arte (Fragmentos para una teoría romántica del arte, Tecnos, 1994, 2014), entre otras muchas.
Y ahora le llega el turno, por fin, a la poesía de los románticos alemanes, menospreciada con frecuencia en el conjunto de una producción que destaca por la profundidad y riqueza de pensamiento (origen de casi dos siglos de dominio teutón de la filosofía). Pero que nadie se asuste, porque uno de los muchos, muchísimos méritos de la antología de García Román es el de hacer absoluta justicia a una vena poética de una ligereza alada, sutil, de moderado acento popular, sentimental siempre con mesura, delicadamente religiosa o cristiana, y con su justo punto de melancolía. Nuestra más efusiva enhorabuena, por lo tanto, al traductor y antólogo. Porque sus traducciones poseen la sobria elegancia de las de Cernuda, y su selección al menos un triple mérito impagable: restituirnos la vena más lírica de poetas que casi habíamos olvidado bajo la profundidad de su pensamiento (Novalis, Hölderlin), redescubrirnos el talento poético de figuras más conocidas como filósofos, críticos o historiadores de la literatura (Schelling o los hermanos Friedrich y August Wilhelm Schlegel,
además del pintor Runge) y darnos a conocer a autores prácticamente inéditos aquí (Arndt, Günderrode, Kerner, Uhland o Schwab).
Si a todo ello le añadimos todavía que el volumen va encabezado por una introducción ambiciosa y exigente, y se acompaña con una acertada selección de textos sobre la poética del Romanticismo (Herder, Novalis, fragmentos de la revista Athenäum oel Primer programa sistemático del Idealismo alemán, entre otros), así como de breves notas biográficas sobre cada uno de los autores y de algunas referidas a los poemas, el resultado ya es difícilmente superable. Mi consejo: tome asiento en su sillón de orejas preferido, póngase un trío o un cuarteto de Schubert o de Schumann en su reproductor, y abandónese al embrujo de la mejor poesía romántica.
Individualismo, ecología, culto al cuerpo, eterna juventud, emociones... son sus enseñas
La antología trae la lírica de Novalis o Hölderlin, y nos revela el talento poético de otros intelectuales