La Vanguardia - Culturas

‘Lo més bon lladre de corders’

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El pasado verano caminaba por las montañas de Port Bou y topé una cadena con un cartel colgando: “Per aquest camí no va passar en Walter Benjamin ni és memorial de res, perquè es va fer a partir del 1965. Finca Privada. Prohibit el pas”.

Me lo ha recordado Poldo, uno de los mejores cuentos de

Quan arriba la penombra .Esla historia de Poldo Blasi i Calpena, ladrón de ovejas de Àrreu, en el Pallars Sobirà. Roba unos carneros del Tort, un propietari­o con mala uva, el mayoral le pega un tiro y le destroza los intestinos. Lo entierran cerca de un camino, el cuerpo se desintegra. Los huesos hablan y explican que, un tiempo después, fueron a parar al hoyo cinco hombres más, que también se fueron desintegra­ndo. Pasaron los años, llegó una gente muy ruidosa que sacaba fotografía­s y le hacían cosquillas en la calva (¡los antropólog­os forenses!). Vienen unos tipos importante­s, pronuncian discursos y descubren una piedra. Poldo llega a descifrar lo que dice y se cabrea

muchísimo: toda la vida esforzándo­se para no ser campesino y en la piedra aparece como

pagès desconegut, héroe y víctima de la Guerra Civil. A él le gustaría que le recordaran como lo més bon lladre de corders de totes les valls.

Es un cuento magnífico, de intención, de punto de vista y de lenguaje, con un pallarés muy verosímil. Y con un acierto extraordin­ario cuando hablan los huesos. En otro cuento, Buttubatta, el narrador es un libro. Que bien hecho. ¡Bravo!

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