La ópera de ‘Bomarzo’
De un jardín de monstruos a la dictadura argentina
Bomarzo es un antiquísimo pueblo romano de la región del Lazio, a setenta kilómetros de Roma. En el siglo XVI, Pier Francesco Orsini, cuya familia fue dueña del lugar por generaciones, mandó construir allí un extraño jardín de monstruos de piedra. En un bucólico jardín italiano, las estatuas de formas grotescas: la enorme cara de un orco petrificada en el grito de horror; una mujer alada con cuerpo de serpiente; un perro de tres cabezas; Proteo Glauco, una especie de cabeza de pescado con dientes. El duque Orsini había perdido a su esposa. El dolor y la angustia viven para siempre en un jardín tan extraño como El jardín de las delicias del Bosco.
UNA NOVELA
En 1962, el escritor argentino Manuel Mujica Láinez usó esta historia para escribir Bomarzo, su novela más ambiciosa. En los años cincuenta consideraba que su inmersión en los mitos y las historias de la burguesía argentina había llegado a un punto muerto y emprendió un periplo de cinco años por Europa, del que saldrían novelas basadas en extraños, a veces tortuosos episodios de la oscuridad gótica y barroca en Italia, Francia y España. El más logrado y perdurable de estos es Bomarzo.
“Bomarzo no sólo es una hermosa novela histórica, sino una narración apasionante que trasciende el género para convertirse en la crónica lúcida de una civilización, y la obra más ambiciosa y acabada de uno de los máximos exponentes de la narrativa hispánica contemporánea”, la encomia el comentarista madrileño Guillermo Lorén González. Bomarzo ya nació con vocación de ópera. Manucho Mujica Láinez soñó a Orsini jorobado, como el Duque de Mantua de Rigoletto, aunque ningún documento de la época lo muestra así. Y en otro invento argumental del novelista, el duque, un noble ilustrado del Renacimiento, busca en una pócima mágica el secreto de la inmortalidad y en cambio bebe la poción que lo mata. Al revés que en Tristán e
Isolda. Es desde la muerte que su voz nos cuenta la historia de su torturada vida.
UNA ÓPERA
Cuando la Ópera de Washington le encarga una obra al gran músico Alberto Ginastera, el compositor argentino no duda: había leído Bomarzo hacía poco y propone a Mujica Láinez transformarla en ópera, con el escritor como libretista. El compositor también venía de un período de música que celebraba una visión idílica de su país. No la ciudad, como los cuentos de Misteriosa Buenos Aires de Mujica Láinez o su oda al campo argentino con su célebre ballet Estancia.
Bomarzo fue estrenada en la capital estadounidense en 1967 con bombos y platillos y pronto la grabación de una de esas funciones se convirtió en long play, un honor poco usual para una ópera contemporánea en esa época.
En 1967, el Teatro Colón de Buenos Aires anunció en su temporada el estreno argentino de Bomarzo. La dictadura de Juan Carlos Onganía prohibió su presentación. Se la censuró por escandalosa a causa de su contenido de sexo, violencia y parodia de los ritos cristianos. La censura causó revuelo en Argentina y provocó protestas internacio-
nales: la dictadura también se metía con el arte.
Pero la polémica siguió dando juego a la reflexión y la creación. En el 2003, el sociólogo y musicólogo Esteban Buch publicó un libro erudito y hermoso, The Bomarzo affair: Ópera, perversión y dictadura (Adriana Hidalgo Ed.), que analiza el caso de censura en el contexto de la dictadura argentina, la lucha por la libertad artística y la represión de las costumbres. Hasta la embajada de Estados Unidos tomó cartas en el asunto: el embajador envió a la Secretaría de Estado un memo detallando el escándalo. Fue él quien le dio el sonoro nombre de The Bomarzo affair.
La prohibición de Bomarzo coloca “en el primer plano del mecanismo oscurantista que constituye la censura, síntoma inequívoco del que es posible extraer conclusiones enriquecedoras para comprender el trágico camino escogido por la Argentina en la segunda mitad del siglo XX”, opina el sociólogo Pablo Nacach en un ensayo publicado en la revista Letras Libres cuando se publicó el libro de Buch.
EL ESTRENO EN EL REAL
“Había una vez una noble familia italiana que hizo construir cerca de su palacio un jardín sin par. Pero no es este el jardín soñado de los cuentos de hadas. Bomarzo es un lugar donde acechan figuras monstruosas esculpidas sobre rocas volcánicas”. Así presenta el Teatro Real de Madrid su nueva producción del director de escena franco-libanés Pierre Audi con otros cuatro teatros, entre ellos el Colón de Buenos Aires, que llegará a su escenario principal el 24 de abril. Según el equipo artístico del teatro, se presentará una visión oscura, claustrofóbica, que enfatiza en el drama psicológico interno del duque.
Así llegará a España una obra genial, atrevida, censurada, que refleja una de las aristas de la mirada latinoamericana sobre la gran cultura occidental. La llegada de Bomarzo al Real le muestra al público europeo una visión inquietante de su propio pasado.
Manuel Mujica Láinez transformó su novela en un libreto operístico que acabó censurado en la Argentina de los 60