El dolor en la literatura
En Marta Sanz reflexiona sobre el dolor y la palabra. Aquí proponemos un paseo por sus diferentes expresiones en la literatura a lo largo de los siglos.
Desde el (1304) de Dante hasta (1866) de Dostoyevski el dolor está asociado a un mal moral y espiritual. Esa desvinculación ha sido parte del proceso de secularización por el que pasó la Europa ilustrada en todos los ámbitos del saber. Si bien el terremoto de Lisboa de 1755 suscitó toda suerte de reflexiones sobre el mal, es en el siglo XIX cuando el dolor aparece plenamente asociado al placer, a las desviaciones o sin más causa transcendental que la vida misma.
A finales del siglo XVIII aparecen
(1787) y (1785) del Marqués de Sade y la idea de que para evitar el mal y el dolor basta con suscribirse a él. Un siglo más tarde Sacher-Masoch escribe (1870), el dolor en su dimensión estética se expresa en el placer de la sumisión y sus vestimentas. La fascinación por el dolor y el goce se refleja también el vacío existencial de la sociedad capitalista. (1973) de J.G. Ballard relaciona el deseo sexual con las heridas y desfiguraciones producidas en accidentes de coches, y Cronenberg en
(2013) muestra el canibalismo, las amputaciones y las enfermedades revestidas de reflexiones filosóficas.
En (2003), Susan Sontag analiza el dolor colectivo en el arte y sobre todo en la fotografía. Para ella, quien encuadra excluye: somos mirones del horror plasmado en fotografías, en ocasiones, de dudosa veracidad. Sontag considera que los únicos con derecho a ver ciertas imágenes devastadoras son los que pueden tomar providencias que alivien tales situaciones.