Otras flores del mal
Tras Rotterdam y Málaga, su último filme, ‘Demonios tus ojos’, ha llegado al Festival de Cinema d’Autor de Barcelona (D’A) celebrado en varios espacios y que concluye mañana, envuelto por un cierto escándalo. ¿Por qué demonizamos aquello que no encaja en
¿Qué ocurre con Pedro Aguilera? ¿Por qué no ha alcanzado aún la notoriedad que merece? ¿Qué pasa en el cine español, que parece empeñado en olvidar a sus elementos más válidos mientras que a la vez se obsesiona con la construcción de una industria que no existe? En diez años, Aguilera (San Sebastián, 1978) ha construido una filmografía escasa pero consistente, tres largometrajes que deben contarse entre lo mejor del último cine de este país. La influencia (2007) supuso un debut de rara contundencia, una película de misteriosa belleza, que seguía el deterioro de una mente femenina con objetividad no exenta de complicidad. Naufragio (2010) parecía decantarse hacia el cine social, pero en realidad volvía a examinar un universo solipsista que tenía que ver con el enfrentamiento entre el yo y el mundo. Y ahora Demonios tus ojos reúne las cadencias de las películas anteriores y las centra en un conflicto íntimo que en el fondo desearía desvelar la esencia del cine: ¿qué sucede cuando nos empeñamos en mirar algo de lo que quizá deberíamos apartar la vista?
Oliver (Julio Perillán, espléndido) es cineasta, pero en realidad está obsesionado por su hermana Aurora (Ivana Baquero, una presencia inolvidable). Cuando regresa a su ciudad, tras una larga ausencia, se empeña en espiarla con su cámara, en escudriñar su vida sexual, en entablar con ella una relación a distancia que no lo obligue a intimar con ese mundo que no entiende y que Aguilera filma como si se tratara de una abstracción. Oliver mira la vida a través de dispositivos externos y no consigue ver nunca qué se oculta tras las apariencias. Filma, observa, pero no comprende. Y el propio Aguilera se identifica con él, se muestra como el cineasta que lo mira todo con atención pero que aun así debe (es)forzarse para descifrar los signos inextricables que se le ofrecen a la vista. Demonios tus ojos es la crónica de ese falso aprendizaje: vemos a Oliver mirando a Aurora, espiando a Aurora, desnudando a Aurora, pero a través de esa mirada vemos también su fragilidad, un mundo en crisis que se desmorona plano a plano.
Aguilera parece empeñado en contemplar obsesivamente ese tipo de universos. En La influencia ,la mujer se observa de tal manera a sí misma que acaba desapareciendo, se mira con tal intensidad que al final no ve nada, acaba por desconocerse. En Naufragio, el inmigrante no es tanto un sujeto político como alguien que ha perdido por completo su identidad. Pues el gran tema de Aguilera es el cine en sí mismo, de qué modo miramos la realidad y ella nos devuelve nuestro propio reflejo. En Demonios tus ojos, el título lo dice todo. Es una película sobre la atracción del abismo, sobre la posibilidad del incesto. Es una película sobre la mirada, sobre esos ojos que están siempre atisbando aquello que nos atrae. Y también es una película sobre el vacío que hay detrás de todo eso, sobre la posibilidad de que el hecho de mirar sea algo demoníaco, de que el cine –en fin— sea algo así como un atisbo del mal. Quizá por eso las películas de Pedro Aguilera encajan con tanta dificultad en el presente del cine español: no son complacientes, no nos dicen cosas que nos hagan sentir bien. Muy al contrario, nos hacen sentir inquietos. Los ojos pueden ser demonios. Nuestra mirada nos puede conducir a los infiernos más abismales de la condición humana.