La Vanguardia - Culturas

VEINTE EXPOSICION­ES PARA UNA REVOLUCIÓN

Cien años después, la revolución rusa sigue dividiendo al mundo: mientras en Occidente un número remarcable de muestras, la mayoría de muy alto nivel, recuerda cómo la transforma­ción política tuvo su plasmación en el arte, en Rusia se ha preferido mantene

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN

Si uno tuviera que guiarse por las exposicion­es conmemorat­ivas del centenario de la revolución rusa, podría pensar que esta tuvo lugar en Nueva York o, sobre todo, en Londres, donde se han sucedido y aún lo hacen las muestras más ambiciosas. Porque en Rusia han tenido unos cuantos dilemas (probleclar­o mas) a la hora de encarar las efemérides. Para empezar, ¿qué revolución se festeja? ¿La que derribó al zar o la que instaló a los bolcheviqu­es en el poder? Ninguna de ellas suscita unanimidad y sí grandes divisiones en una sociedad rusa marcada, hoy como entonces, por las desigualda­des económicas y sociales. Tampoco hay un personaje al que sacar lustre: ¿Lenin, un revolucion­ario, o Nicolás II, una personalid­ad débil? Quizás por ello la posición oficial ha sido tibia y renuente:no fue hasta diciembre pasado cuando, según un comunicado del Kremlin, el presidente Putin encargó al ministro de Cultura la organizaci­ón de los actos conmemorat­ivos. Todo ello se ha traducido en las exposicion­es que han tendido a obviar lo más polémico y a centrarse en lo más asumible por todos, pero incluso así en muchos casos ofrecen una marcada sensación de improvisac­ión: el Museo Ruso de San Petersburg­o indica que hasta el verano no dispondrá de informació­n de las dos muestras que abrirán a mediados de agosto. Improvisac­ión o premeditac­ión: el hecho de que no se conozca el contenido exacto de muchas de ellas deja la puerta abierta a ir revisando y adecuando los contenidos según se considere necesario. También se anuncia una gran exposición en el Museo Nacional de China, en Pekín, sin ningún dato al respecto.

Dejando de lado a la familia Románov, protagonis­tas de dos grandes muestras en Málaga (con materiales del Museo Estatal Ruso) y Amsterdam (del Hermitage), las vanguardia­s artísticas han tomado, por emplear un lenguaje revolucion­ario, la mayor parte de exposicion­es internacio­nales. Es una evidencia que cambiaron el mundo, por seguir con la narrativa revolucion­aria, en este caso el del arte: Kandinsky, Malévich, Ródchenko, Goncharova, El Lissitzky... pinturas

dɹieron y carteles un vuelco a las prácticas anteriores y con su influencia llegaron desde la Bauhaus a Picasso o Diego Rivera. Durante unos primeros (pocos) años, el arte

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