VEINTE EXPOSICIONES PARA UNA REVOLUCIÓN
Cien años después, la revolución rusa sigue dividiendo al mundo: mientras en Occidente un número remarcable de muestras, la mayoría de muy alto nivel, recuerda cómo la transformación política tuvo su plasmación en el arte, en Rusia se ha preferido mantene
Si uno tuviera que guiarse por las exposiciones conmemorativas del centenario de la revolución rusa, podría pensar que esta tuvo lugar en Nueva York o, sobre todo, en Londres, donde se han sucedido y aún lo hacen las muestras más ambiciosas. Porque en Rusia han tenido unos cuantos dilemas (probleclaro mas) a la hora de encarar las efemérides. Para empezar, ¿qué revolución se festeja? ¿La que derribó al zar o la que instaló a los bolcheviques en el poder? Ninguna de ellas suscita unanimidad y sí grandes divisiones en una sociedad rusa marcada, hoy como entonces, por las desigualdades económicas y sociales. Tampoco hay un personaje al que sacar lustre: ¿Lenin, un revolucionario, o Nicolás II, una personalidad débil? Quizás por ello la posición oficial ha sido tibia y renuente:no fue hasta diciembre pasado cuando, según un comunicado del Kremlin, el presidente Putin encargó al ministro de Cultura la organización de los actos conmemorativos. Todo ello se ha traducido en las exposiciones que han tendido a obviar lo más polémico y a centrarse en lo más asumible por todos, pero incluso así en muchos casos ofrecen una marcada sensación de improvisación: el Museo Ruso de San Petersburgo indica que hasta el verano no dispondrá de información de las dos muestras que abrirán a mediados de agosto. Improvisación o premeditación: el hecho de que no se conozca el contenido exacto de muchas de ellas deja la puerta abierta a ir revisando y adecuando los contenidos según se considere necesario. También se anuncia una gran exposición en el Museo Nacional de China, en Pekín, sin ningún dato al respecto.
Dejando de lado a la familia Románov, protagonistas de dos grandes muestras en Málaga (con materiales del Museo Estatal Ruso) y Amsterdam (del Hermitage), las vanguardias artísticas han tomado, por emplear un lenguaje revolucionario, la mayor parte de exposiciones internacionales. Es una evidencia que cambiaron el mundo, por seguir con la narrativa revolucionaria, en este caso el del arte: Kandinsky, Malévich, Ródchenko, Goncharova, El Lissitzky... pinturas
dɹieron y carteles un vuelco a las prácticas anteriores y con su influencia llegaron desde la Bauhaus a Picasso o Diego Rivera. Durante unos primeros (pocos) años, el arte