La Vanguardia - Culturas

Una espléndida biografía intelectua­l

Premio Gaziel de Biografías y Memorias El trabajo de Javier Varela narra la trayectori­a de Eugenio d’Ors, europeísta convencido que fue un teórico del nacionalis­mo y se aproximó después al sindicalis­mo, la monarquía y el falangismo. Y traza un mapa moral,

- ADOLFO SOTELO VÁZQUEZ Javier Varela Eugenio d’Ors (1881-1954) RBA. 576 PÁGINAS. 25 EUROS.

Javier Varela (Madrid, 1952) es un distinguid­o estudioso del pensamient­o político español, cuyas obras han determinad­o el mejor conocimien­to de la nación y del nacionalis­mo español. Dos libros suyos eran de obligada referencia en este dominio tan actual de la investigac­ión histórica y sociológic­a: Jovellanos ( Alianza, 1988) y La novela de España. Los intelectua­les y el “problema español”

(Taurus, 1999). A ellos sin duda se viene a sumar la espléndida biografía intelectua­l de Eugenio d’Ors (1881-1954), que ha sido galardonad­o con el premio Gaziel de Biografías y Memorias 2016.

La densa y tupida biografía está escrita como un relato erudito con voluntad de estilo. Estilo caracteriz­ado por la fluidez y el ritmo, que alivia el concienzud­o trabajo de documentac­ión llevado a cabo por el autor, quien se apoya una y otra vez en la prensa –material imprescind­ible para la forja del relato– tanto para citar la obra de Xènius (heterónimo de D’Ors) como para contextual­izarla en sus relaciones con el mundo en torno de un tiempo que sea larga cincuenta años. La biografía, en consecuenc­ia, es atractiva, elegante y, ala vez, sólida, siempre apoyada en el dato contrastad­o. Es el oficio habitual del profesor Varela. Y es biografía intelectua­l porque narra la vida del escritor, pero también el mapa moral, estético y político que le rodea en Catalunya, España y Europa. La perspectiv­a de D’Ors, como bien definió Josep Pla, es la de “l’europeisme constantme­nt exaltat”. Desde el capítulo inicial, Hacia el

polo austral, hasta el final, Estilo y cifra,Va re la atiende alas órbita sor si anasd es de esos mapa sal os queme refería. De ahí que advierta la huella de Maurice Barrès –viajero por Catalunya en 1895– en los aprendizaj­es de D’Ors –que viajó a París en 1906– y de inmediato subraye que “el nacionalis­mo orsiano, sin desdeñar la protección hacia lo interior de Catalunya, presente desde el principio una particular­idad agresiva, innovadora, imperialis­ta”. En uno de los capítulos centrales, Varela sintetiza de modo magistral la influencia de Maurras en Catalunya (de Prat de la Riba a Estelrich) y se detiene en la traslación creativa que del ideario de Maurras hizo D’Ors en Catalunya, para enfatizar que “ahí reside el mérito principal de un escritor con pretension­es de originalid­ad, siemprerea­cio a citar sus fuentes ”. O en el capítulo final, cuyo título es Estilo y

cifra, que es el marbete que cobijaba sus colaboraci­ones en La Vanguardia Española, donde pone de manifiesto como “el mundo se orsianizab­a en la misma medida que D’Ors se disolvía en un caleidosco­pio de

identidade­s”, siempre bajo la sombra ideal de un Goethe polifónico.

De modo riguroso, Varela enhebra las sucesivas écritures du jour orsianas desde el momento en que el primero de enero de 1906 empieza a fraguar una obra singular que, durante más de quince años, iba a aparecer en las páginas de La Veu y, ya al final de su etapa barcelones­a (desde abril de 1920 a agosto de 1921) también en catalán, en El Día Gráfico.

Las intencione­s del Glosari 19061907 nacen de la disidencia del gran intelectua­l catalán con el modernismo. Pero junto a la disidencia y la ruptura, en las glosas de los años seis y siete laten los principios éticos y estéticos del noucentism­e. Aquí están definidas y defendidas las cualidades de voluntad, proporción y equilibrio. Hasta las glosas de posguerra que tienen como colofón las que ofreció en La Vanguardia Española (1948-54), prodigio un tanto fosilizado del arte orsiano para transforma­r la anécdota en categoría y cipresas frar con laconismo la idea. Entre estos cabos de una obra y de una trayectori­a quedan los años–la segunda década del siglo en Barcelona– de su dictadura intelectua­l casi inverosími­l, cuando se autorretra­ta –vía su heterónimo Octavio de Romeu– junto a Goethe y Leonardo, o cuando dice por boca de este mismo heterónimo, dirigiéndo­se a sí mismo: “¡Derramad, Pantarca! La mano está abierta, esperando lo que nos deis. Aplicadame­nte, fielmente, humildemen­te yo me haré el Eckermann de este Goethe que plugo al destino depararnos” (27/XII/1913). Queda también la tempestad de decisiones políticas que le despojó de sus em- en la Mancomunit­at a principios del año 20, marcando el comienzo de su errancia.

En suma, la biografía pone de relieve con un caudal de datos inéditos sus cambiantes lealtades políticas sensibles a la coyuntura de los tiempos: nacionalis­ta catalán, sindicalis­ta, monárquico y falangista. Su riquísima y polémica personalid­ad, su extraordin­aria cultura y su enorme capacidad de trabajo diario, materializ­ado en un océano de colaboraci­ones periodísti­cas (“comentaris­ta inteligent­ísimo de la actualidad evanescent­e”, en certera frase de Varela). Y también su empeño en demostrar sus excelencia­s de escritor en catalán y en castellano. D’Ors convivió con su dandismo, con su vanidad, con su cinismo, con su soberbia intelectua­l. Eran los aspectos de sus máscaras.

Contextual­iza con gran cantidad de datos inéditos sus polémicas decisiones políticas a lo largo de cincuenta años

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