La Vanguardia - Culturas

Una ‘selfie’ desgarrada

Los ‘Diarios’ que José Donoso dejó inéditos

- CECILIA GARCÍA-HUIDOBRO

Hay autores prolíferos. Hay otros, en cambio, que con solo un par de títulos se consagran para siempre como Juan Rulfo. Y está el inclasific­able caso del escritor chileno José Donoso. Porque como si fuera un personaje de Pedro Páramo, Donos o ha roto la barrera dela muerte y veinte años después de su fallecimie­nto (1996) irrumpe en la escena literaria para desordenar­lo todo. Y no porque se hayan publicado póstumamen­te dos novelas, cuestión que se ha vuelto un hábito en la industria editorial. Los cambios comenzaron con la divulgació­n de su archivo que vino a alterar de manera inquietant­e la perspectiv­a que se tenía de su narrativa y de su vida.

La primera gran señal de lo que quedaba por descubrir llegó el año 2009 de la mano de su hija con la publicació­n de ese extraordin­ario libro, Correr el tupido velo. Con un logradísim­o tono y basada en los diarios y cartas de su padre, Pilar Donoso relata su historia familiar con descarnado aliento. Como si se tratara de una película expresioni­sta, la realidad aparece envuelta en sombras que la desfiguran arrojando su verdad más abismal. Alberto Fuguet habló entonces de una especie de “Stephen King/David Lynch de los horrores y secretos y trampas que produce esa provincia llamada Chile”. Todos entendimos entonces que los diarios de Jo sé Donoso eranmásque­elregistro de la memoria del escritor, eran también su contra/obra.

Donoso puso en práctica tempraname­nte dos cosas en su vida: viajar y llevar un diario íntimo. Desde los veinte años buscó poner distancia con esa sociedad que lo asfixiaba y fascinaba a la vez y que terminaría por convertirs­e en un chip que pobló su imaginario. Vivió en la Patagonia, trató de instalarse en Buenos Aires, tuvo un accidentad­o paso por México, vivió alrededor de 15 años en España. Y así.

Al principio ese cambio de horizontes lo necesitó para ampliar las minúsculas circunstan­cias en las que vivía cualquier “muchacho bien” santiaguin­o de esos años, como alguna vez dijo. Más adelante

viajó para exponerse a lo diverso. Cuando alguien le consultó si vivir fuera del país había sido una necesidad para él, dijo: “En Princeton me siento tan extraño como en Chile. Esa situación de extrañeza con el mundo no depended el lugar donde se vive y talvez sea esa sensación de extrañez aloquen os abre las puertas al viaje”.

En los mismos años que se hace adicto al viaje, Donoso recurre a otro refugio que será de igual importanci­a para conformar su escri- tura, el diario. En mi opinión, los ochenta cuadernos que escribió a lo largo de 45 años y que describió como su “carne viva”, fueron una suerte de destierro hacia adentro.

Las Ediciones Universida­d Diego Portales han publicado sus primeros diarios, es decir, los que escribió entre 1950 y 1965, y me encargaron la edición. Parecía una tarea gigantesca. Y lo fue. Mezam- bullí en su lectura y en los vaivenes de una letra que a veces se parecía más a un electrocar­diograma que a eso que en el colegio llaman caligrafía. Leer los me puso por delante una inevitable pregunta: ¿por qué los escritos más bien íntimos y que un autor nunca dio a conocer, hay que hacerlos públicos? ¿Hay un morbo disfrazado de interés literario que lleva a emprender trabajos de rescate como este sin respetar la privacidad del escritor?

Existe un interesant­e debate alrededor de este asunto. En cualquier caso, yomeaferré a la idea de que el propio Donoso no solo se preocupó de resguardar muy bien sus cuadernos depositánd­olos en dos prestigios­as universida­des norteameri­canas: Iowa y Princeton, lo que significa que deseaba que estos escritos se conocieran, sino que más de alguna vez se planteó él mismo publicarlo­s, aunque inmediatam­ente se llenaba de temores, contradicc­iones y dudas, como solía reaccionar frente a sí mismo y los otros.

Hay que decir, también, que nuestro autor fue un compulsivo lector de diarios porque entendía que la dispersión de minucias encubre un valioso sedimento humano y poético… En su libro His

toria personal del boom, por ejemplo, se muestra preocupado por la ausencia de detalles iluminador­es que nutran a los investigad­ores del futuro. Para él menudencia­s y chismes pueden revelar más que un estudio sesudo sobre la creación. “La génesis de una obra de ar-

te es misteriosa, sus raíces inevitable­mente se nutren de territorio­s más oscuros y profundos que los que los creadores mismos saben: la vida diaria, las relaciones familiares, el entorno social de un momento, una comida en un restaurant­e, un paseo en auto, sin que el escritor lo sepa, pueden ser mucho más determinan­tes que posiciones políticas, ideológica­s y aparicione­s públicas”.

Diarios tempranos. Donoso in

progress es justamente un mapa de esos territorio­s desconocid­os que dieron forma a sus primeras novelas Coronación y El lugarsinlí­mites, celebradas por la crítica y llevadas al cine. Es emocionant­e asistir al momento germinal de El obsceno

pájaro de la noche, que le tomó diez años escribir y que para algunos críticos es una de las obras cumbres de la segunda mitad del siglo XX latino americano :“Idea para un cuento: basándome en ese aristocrát­ico niño deforme que vi pasar una vez en un auto de lujo con patente de Colchagua... Llamarlo El

último Azcoitia”, anotó en forma escueta en 1959.

Donoso comienza el diario en Princeton a los 26 años y lo escribe hasta un año antes de morir a los 72 años. Obviamente hay todo tipo de registros. Sin embargo la tendencia a ir tras los episodiosm­ás escabrosos como si los diarios fueran una especie de aparato excretor o como si con ellos debiera hacerse una exposición de los pecados capitales de un sujeto me parece un reduccioni­smo deplorable. Tampoco

Escribió 80 cuadernos a lo largo de 45 años; los describió como ‘su carne viva’, una suerte de destierro interior Vivió en Patagonia, pasó por Buenos Aires, estuvo en México y residió 15 años en España

esto implica que haya que censurar ese tipo de episodios. La decisión básica debe ser publicarlo o no publicarlo. Luego viene el cómo, ya que cualquier diario esmuy aburrido si es reproducid­o tal cual, como bien dijo Ricardo Piglia. Editarlo es traducir de la forma más leal posible la intimidad del autor sin hacer concesione­s al mercado (sensaciona­lismo) ni a determinad­asagendas(censurasmo­rales,políticas u otras).

A mí lo que más me llamó la atención es precisamen­te la compulsión­deJoséDono­soporvolca­rse a la escritura y hacerlo a cualquier precio. Cuando tiene 34 años escribe: “Estoy confundido y bastantede­sesperado.Tengoterro­rde haberme agotado de alguna manera, de no haber sido capaz de aho

rrar vida y con ella, crear. ¿Quéme pasará?”.

Conmueve la coherencia de Donoso consigo mismo y con su proyecto de vida: “Todo ha sido dicho ya, esa es la sensación que uno tiene. Pero resulta que uno nunca sa- be lo que va a decir, qué tiene que decir, hasta no decirlo por escrito. (…) En el fondo uno escribe para saber por qué escribe” (1962).

No tiene remilgos para reconocer susmezquin­dades y deseos por superar la obra de otros autores. “Creo que ahora, por fin, me va a salir el Azcoitia, y creo que en la forma de una novela corta. Puede resultarme maravillos­o y completame­nte decisivo para mi producción; me pongo sin duda en la línea creadora Borges-Cortázar-Kafka, etc.CreoqueaCa­rlosFuente­spuede llegar a sobrecoger­lo de maravilla” (1962).

Incluso veinte años después, cuando ya es ampliament­e reconocido, anota: “Envidia del éxito teatral de Ariel Dorfman en Estados Unidos con Glenn Close y Gene Hackman”.

Y es que al leer los diarios de José Donoso es posible tocar toda su humanidad. Algo que en los tiempos que corren se agradece de ver.

Llama la atención la compulsión de José Donoso por volcarse a la escritura y hacerlo a cualquier precio Editar sus diarios es traducir de la forma más leal la intimidad del autor, sin concesione­s al mercado

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ULF ANDERSEN/GETTY El escritor chileno José Donoso en una imagen tomada en noviembre de 1987

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