Un hombre entremujeres
NovelaNueva novela de la japonesa Hiromi Kawakami, donde ahonda en la problemática de la vida sentimental y los amores incumplidos
El nombre de Hiromi Kawakami (Tokio, 1958) en la cubierta del libro me retrotrae al primero suyo que leí, El cielo es azul, la tierra
blanca, y al gran clásico de la literatura japonesa, el Genji monogatari de la señora Murasaki Shikibu. Por añadidura, con aquel primer volumen que era una pequeña joya –la edición española llevaba por subtítuloUnahistoriadeamor–laotrora bióloga Kawakami había ganado el significativo premio Tanizaki. Me cautivó desde el principio por su prodigiosa sencillez. Una joven coincide en una taberna con su antiguo profesor de japonés. La relaciónmadura y se prolonga durante años, contrapuntada por los platos que la pareja va pidiendo según las estaciones.Elhombrenuncasuelta una cartera que es parte de su imagen. Cierto día, cuando él se ha ido yadelavida,ellaabreelmaletíndel maestro paracomprobarloimpensable: sólo contiene un vacío que se ahonda y expande como una inmensa nube de ceniza. Tsukiko acepta en herencia la soledad y el desamparo.
Desde entonces Hiromi Kawakami ha publicadovarias obras que giran en torno a la problemática de la vida sentimental: Amores imperfectos, Manazuru. Una historia de amor, Algo que brilla como el mar, Vidas frágiles, noches oscuras... Se diría que dotada de una sutil levedad expresiva y un magnífico do- miniodelasemociones,Kawakami transita por un territorio que se le revelahostil:suspersonajesdesean amar y ser amados, pero nunca consiguen cumplir esa aspiración. La última obra traducida de Kawakami, (2003), creo que ilustra, por una parte, sobre las cualidades narrativas de la autora y, por otra, sobre el conflicto con el que suelen estrellarse sus criaturas, impelidas por la necesidad de dar rienda suelta a las pulsiones amorosas y su vertiente erótica. La estructura del libro es simple, a la vez que compleja: dividido en diez capítulos, episodiosorelatos,tienenencomúnel personaje masculino, un tal Nishino, visto desde la óptica de otras tantas mujeres que a través del tiempo quisieron amarlo y sentirse amadas. Ninguna consiguió despertar en él algo que fuese lo bastante sólidoyporoso para sobreponerse a la erosión del tiempo.
Con todo, lo peor es que ninguna de esas mujeres sabría decir quién fue o resultó ser Yukihiko Nishino; nunca se comprometió seriamente conningunadeellas,niporsupuesto mordió el anzuelo del matrimonio.Locuriosoesqueelmismolector, al cabo de dos centenares de páginas y de ver a Nishino a través de las miradas de distintas parejas que creyeron haber alcanzado las aguas profundas de su personali- dad, uno tampoco acierta a explicarse cuál es la auténtica naturaleza de este hombre rodeado de mujeres –en ocasiones más de una a la vez– que se muestra impotente para amar y permitir que loamen. Nishino sólo puede suscitar preguntas de difícil respuesta (“¿habrá encontrado su sitio en este mundo imparable?”), algo lógico porque Kawakami ha creado un esquema de individuo urbano contemporáneo (lo de menos es si es japonés u occidental) víctima de su castradora ambigüedad. Su peso en la narración es tal que disuelve los perfiles de las mujeres que lo retratan. Así que tampoco conseguimos averiguar quiénes son ellas, qué pasó con sus vidas después de haber sido afectadas por el mal de Nishino, si amaron o no a alguien que no fuese él o bien quedaron atrapadas para siempre en su propia sequía emotiva.
Meacuerdodelmaletínvacíodel viejo maestro. ¡Y cómo el refinado arte deKawakami transmite el frío deesevacíoquenocesadecrecer!
Diez relatos y un personaje en común, Nishino, impotente para amar y permitir que lo amen