La Vanguardia - Culturas

Casas con vida interior

- ISABELGÓME­ZMELENCHÓN 01 TornéEsqui­us Poè tic aquo ti diana COMISARIOS: EDUARDO VALLÈS YE LENA LLORE N S. M NA C. BARCELONA. WWW.MNAC.CAT. HASTAEL9 DEJULIO

Placidez e inquietud en los cuadros de Pere Torné

Pere Torné Esquius (Barcelona, 1879-Flavacourt, Francia, 1936) fue conocido como el“pintor de interiores ”, y efectivame­nte una parte muy importante de su producción se centra en los espacios domésticos, comedor es, dormitorio­s, salones, jardines interiores. Una obra singular y personal muy apreciada en su momento pero que cayó casi en el olvido tras su muerte, hasta el punto de que tuvieron que pasar varias décadas has taques ele dedicar ala primera monográfic­a. La exposición que ahora le consagra el MNAC constituye la primera en un museo público y una ocasión ano perder separa conocer unos cuadros tan alejados de las temáticas habituales en este país.

Por las mismas fechas en que Torné Esquius empezó a pintar sus cuadros de interiores, los artistas nórdicos ya habían convertido elgé- nero en una de sus señas de identidad. Carl Larsson, Fanny Brate o Han naPauli desde Suecia, CarlHolsoe y Vilhelm Hammershøi en Dinamarca hicieron de estos espacios un reflejo de la vida doméstica, escenas repletas de trajines familiares, niños que juegan al escondite, muchachas que disponen el servicio de mesa, ensayo sal piano. En los interiores del artista catalán sin embargo no hay presencia humana, resulta desasosega­nte como las cosas toman y se apropian de los lugares de sus propietari­os ausentes. ¿No hay vida? Sí la hay, la suya propia. Al margennues­tro.

Dos de los cuadros de la exposición muestran sendas habitacion­es en París. Se diría que se trata de variacione­s sobre una misma vista: el techo abuhardill­ado, la ventana de tipo ventiluz ligerament­e abierta, el papel pintado del apare den los mis-

mos tonos amarillo-verde azulado. Un escenario más forma le nunca so, la cama hecha, las zapatillas recogidas; siempre la mesita de noche, la jofaina y el jarro con flores: no son espacios tristes. P ere Torné se había instalado en 1905 en París; un año antes había presentado en una exposición colectiva en la Sala Parés de Barcelona algunos de los dibujos que darían lugar a su obra más conocida, Els dolçosindr­etsde Catalunya.

Formado en la Llotja de Barcelona, donde coincidirí­a con Pablo Picasso, muy pronto empezó a tomar parte en exposicion­es e iniciarse en la ilustració­n, incluidas canciones y cuentos infantiles. Serían justamente las ilustracio­nes las que le proporcion­arían la mayor parte de sus ingresos gracias alas colaboraci­ones con diferentes revistas y periódicos franceses, En 1910 sus dibujos a tinta de diferentes rincones de la geografía catalana, los interiores a pluma, detallista­s como si de un inventario de bienes se tratara, fueron publicados enelvolume­n Els dolços indrets

de Catalunya, con prólogo de Joan Maragall, convertido rápidament­e en referente estético del noucentism­e y ahora en ejemplar de coleccioni­sta. Los originales se dieron por perdidos hasta que las investigac­iones para producir esta exposición permitiero­n localizar al menos quincedeel­los.

Entoldados de fiesta, fachadas de casas, de iglesias, claustros, escalinata­s que conducen aun aplaza o una ermita, fuentes, arcos, jardines, bancos en el parque o contra la pared de una casa: estampas que recorren unos lugares en los que se intuye una existencia dulce, como su nombre ya anticipa, y sin embargo no hay nadie en ellos para certificar que así es.

Enlazadas directamen­te con las estampas, las pinturas de interiores recogen estas escenas y las amplían. Torné, pese a su residencia en París, volvía regularmen­te a Barcelona, donde exponía sus cuadros y los vendía a coleccioni­stas particular es. No son obras de grandes dimensione­s, no casaría con su carácter recogido; su producción es una singularid­ad, como lo fue toda la trayectori­a del artista. Pere Torné practicó el paisajismo, se interesó también por el mundo del circo, por el imaginario infantil –deliciosas las tablas de la exposición con escenas de juegos destinadas a la decoración de un cuarto de niños–y cultivó la temática erótica, con desnudos y atrevido s posados. Pero uno se queda con esos interiores que llenan de inquietud al espectador; una inquietud que no nace de la tristeza, sino al contrario, de que pese a ala ausencia de figuras humanas las casas sean hogares, el fuego que arde en las chimeneas calienta las estancias y abriga al gato que duerme ante ellas y las flores se mantienen frescas en los jarrones. Simplement­e las cosas no nos necesitan.

El catálogo de la exposición recoge una cita del crítico Santos Torro ella, para quien el carácter del pintor era inseparabl­e de su obra: “Se produjo siempre de un modo un tanto retraído y marginal, como ausente en el solitario mundo que tempraname­nte eligió como ámbito más propicio para ensoñacion­es y de vane os ”. Resulta de lo más acertado.

El volumen ‘Els dolços indrets de Catalunya’ recoge sus dibujos de rincones y estancias populares

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