Noches de luz
Novela La segunda parte de la trilogía de Rodrigo Fresán investiga cómo funciona la mente de un escritor e indaga sobre el género de la narrativa
Parece inevitable que nos sintamos identificados con los escritores con los que nos unen muchas afinidades. Rodrigo Fresán (nacido en Buenos Aires en 1963, pero residente en Barcelona desde 1999) considera que su patria es anglosajona mientras que yo pasé cuarenta años en Londres, parte de ellos en Kensington Gardens; es traductor de C ar sonMc Cu llers, de la que yo traduje La bala da del café triste; y de Bob Dylan –coincidimos en una de sus actuaciones en Barcelona –, y yo lo he sido de los Beatles. Nuestros corazones están cercanos a Buenos Aires, “su hoy inexistente país de origen ”, México( su esposa es mexicana) o Londres. Pero él va mucho más allá y desde su primer libro de relatos, Vidasdesantos (1991), se reveló ya como un escritor original y atrevido, como lo son Roberto Bolaño, AlanPauls, Martín Caparrós, Eduardo Lago o Enrique Vila-Matas. De referencia como lo es también Historia argentina (1993) y como lo irán siendo todos los suyos, en un p ro digiosocresc en domar cado por la inteligencia, la sensibilidad, la imaginación, la percepción, el humor, la buena escritura y la independencia. Obras sin concesiones al lector, no necesariamente difíciles y ajena sal experimental is- mo, pero que sí suponen una contundente ruptura con la novela tradicional. Tal vez la excepción sea la más accesible Jardines de
Kensington (2003), construida a partir de Peter Pan, el niño que nunca quiso crecer, de James MatthewBarrie.
La parte soñada forma parte de una trilogía que se inicia con La
parteinventada (2014, aunquecon- viene leer la edición corregida y aumentada, publicada por la colección Debolsillo de Penguin Random House en el 2017) y se cerrará con La parte recordada.
Podría decirse que es la misma novela con continuos desplazamientos. Hay temas que nos son familiares, como la infancia frágil (Fresán nació clínicamente muerto), o el interés –matizado– por la ciencia ficción, con Philip K. Dick como referente. Y por lo que se refiere a Canciones tristes, que remite a Buenos Aires ya la Patagonia, apareció ya en Mantra (2001)yen Jardines deKensington.
La extensión de ambas novelas está plenamente justifica da. Podría ser un castigo para los que reseñamos un libro todas las semanas, pero termina siendo un verdadero premio. Resumir La parte soñada es imposible. El sueño es uno de los temas centrales, y muy bien podría llevar como epígrafe el poema de J.V. Foix És quan dormo que hi veig
clar. No hay aquí nada def re u di ano, sino que forma parte de esta poética entorno a realidad e ir realidad, verdadera alma del libro. El templo del sueño es Onirium, “la soñada y soñadora Tierra Prometida”, donde está la guardiana de los sueños y sacerdotisa mayor, Penélope, la verdadera protagonista de la trilogía. Junto al sueño están el insomnio, las pesadillas, la oscuridad (“todos surgimos de la oscuridad de nuestros padres para ser concebidos en la oscuridad de nuestrasmadres”), la cama, el pasado y la muerte.
“Algunos amigos ya me desafían a que escriba una historia en la que no aparezca un solo escritor. Me reconozco incapaz ”. Y gran parte de la vitalidad de La parte soñada es el papel activo que representan “lectores y libros y autores y películas y directores y canciones y músicos y cuadros y pintores y científicos”. Con dos presencias dominantes,
Wuthering Heights ( Cumbres borrascosas), de Emily Brontë, y los Beatles. Y las agudas e infinitas reflexiones sobre el género de la novela, de nuevo como parte integral de la narración. Libros fuera de serie como este no necesitan elogios.
Una novela con desplazamientos, con temas como el interés por la ciencia ficción o la infancia frágil