El Antiguo Testamento y la serie de televisión
‘The handmaid’s tale’ Basada en la novela deMargaret Atwood, está llamada a ser una de las mejores series del año, a caballo entre un futuro distópico y un pasado integrista. La analizamos
Fue precisamente en 1984 cuando Margaret Atwood empezó a escribir en Berlín El cuento de la criada (recién reeditada por la editorial Salamandra), una novela extraordinaria llamada a suceder a la de Orwell como metáfora del futuro inmediato. Si en 1984 se fabuló la existencia de un Gran Hermano que, a nuestros ojos, es sinónimo de telecontrol y drones y telerrealidad; se podría decir que El cuento
de la criada anticipa la obsesión actual por la fertilidad, en un contexto de extremismo religioso que también nos es sospechosamente familiar.
Bienvenidos a la República de Gilead, un Estado teocrático surgido de un golpe de Estado que pretextó estar velando por la seguridad nacional tras un atentado terrorista. Sus habitantes todavía recuerdan las libertades recientes, que han sido suprimidas en aras de instaurar una nueva realidad, en que la Biblia se lee literalmente en todas las situaciones de la vida cotidiana. Entre ellas, la procreación.
Una plaga de in fertilidad ha convertido alas escasas mujeres fértiles en bienes muy preciados. Inspi- rados en un pasaje del Antiguo Testamento que prefigura los vi entres de alquiler (“He aquí mi sierva Bilhá; únete a ella y parirá sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella”), esas mujeres que ovulan pasan a llamarse criadas: su función es dejarse poseer por los
comandantes que controlan políti-
En Gilead, el Estado obliga a leer la Biblia literalmente para la vida cotidiana; pero cunde la infertilidad
ca y militarmente el país. Ambos forman parte de una nueva forma de familia en que los niños prácticamente no existen, como las espo
sas, las martas y los chóferes. Los espías infiltrados en la sociedad son conocidos como ojos; y las maestras de las criadas, como tías. Para construir una nueva realidad hay que crear un nuevo lenguaje.
Por eso no es de extrañar que en la igualmente extraordinaria adaptación televisiva, The handmaid’s
tale (Hulu), el comandante y la criada protagonistas jueguen a scrabble. No podría haber sido ajedrez o naipes: tenía que ser un combate de palabras. Ella se llama realmente June, pero en su nueva vida su apelativo es Defred (las criadas pierden su identidad, la preposición de las define como propiedad de otro, como apéndice, como instrumento reproductivo, como piezas intercambiables). Todas las dictaduras instauran su do
blepiensa: June, que es la narradora, contrapone constantemente su discurso íntimo( voz en off) con ese discurso público que ha tenido >