Con flores en el pelo
En julio de 1967 yo tenía diez años y veraneaba con toda mi familia en casa de los abuelos en Arenys de Mar, frente a la vía del tren y la playa (entonces no existía aún la devastadora carretera de la costa, de varios carriles, que dinamitó el encanto de tantos pueblos del Maresme). Mi primo José Luis,
Chapo, que tenía curiosidad universal y estaba muy al día, apareció una tarde con el disco que se convertiría en el gran hit de aquella canícula: San Francisco, de Scott McKenzie. Aunque sabía poco inglés se me quedó el estribillo inicial, que conseguí en las semanas siguientes ir traduciendo: “If you’re going to San Francisco / Be sure to wear some flowers in your hair / If you’re going to San Francisco / You’re gonna meet some gentle people there...”.
San Francisco sirvió en EE.UU. como canción-anuncio del festival de Monterrey, y constituyó en el resto del mundo, para la gente inquieta de todo pelaje, el himno de lanzamiento del movimiento hippie. Da igual que, como explica en estas páginas Isabel Gómez Melenchón, la composición no se debiera a su intérprete sino al ya consagrado John Phillips. Uno tararea aquel
San Francisco y conjura una época. Por todas partes, también en España, jóvenes y menos jóvenes empezaron a dejarse el pelo largo, a llevar camisas de flores y, también, a acometer otras prácticas menos inocentes. McKenzie (1939-2012) no cosechó ningún nuevo gran éxito en su carrera, pero con esta aportación cumplió sobradamente.
Los ciclos culturales responden a marcos históricos. La pintura del paisaje costero y de la playa floreció entre 1870 y 1936, coincidiendo con la expansión del veraneo y el interés científico por los accidentes marinos. El mar, hasta entonces visto como elemento de trabajo, se convertía en espacio de placer, según ha analizado Lily Litvak. Los festivales de verano también tienen su cronología: arrancaron como encuentros serios de música clásica y, con la revuelta juvenil de los sesenta, ganaron desenfado y derivaron hacia el pop. Aquellos conciertos californianos de hace medio siglo pusieron las bases de las citas veraniegas de ahora...