‘El simpatizante’, una novela de Vietnam
Con el distintivo del premio Pulitzer, Viet Thanh Nguyen ficciona desde su condición de emigrante refugiado la cruenta guerra del Vietnam
En el 2007 apareció la que desde entonces es para mí la novela más ilustrativa del drama de Vietnam, expuesto crudamente desde una perspectiva norteamericana en la que no se contemplaba la existencia de vencedores y vencidos sino que, en diferentes grados, todos los participantes en la barbarie salían derrotados. El libro era Árbol de humo, de Denis Johnson, muy bien traducido precisamente por Javier Calvo. No he teni- do ocasión de leer a un narrador vietnamita que tratase de reconstruir las vivencias de la guerra atroz que inflamó su tierra asiática.
Hasta ahora que llega, con el distintivo del premio Pulitzer, el autor vietnamita Viet Thanh Nguyen, nacido en una pequeña aldea en 1971. Se cuenta que a los cuatro años, mientras el régimen de Vietnam del Sur con el apoyo norteamericano todavía resistían las acometidas del Norte marcado ideológicamente por Ho Chih Minh y por la pericia bélica del general Giap, el niño fue evacuado a Estados Unidos y ahora imparte clases de literatura y cuestiones raciales en la Universidad del Sur de California. El caso es que ha escrito un libro –supongo que en gran parte de ficción pero documentalmente válido– extenso, compacto, de piezas encajadas con destreza, sobre la época en que el régimen de Vietnam del Sur se rindió ante las fuerzas armadas del Norte comunista y los norteamericanos y sus aliados protagonizaron una vergonzosa, caótica y sangrienta desbandada que Thanh Nguyen narra con vigoroso realismo en las que tal vez sean sus mejores páginas (por cierto también traducidas del inglés con brillantez por Javier Calvo).
Lo interesante es el personaje que nos habla, minuciosamente construido desde dentro que en la primera página se define así: “Soy un espía. Un agente infiltrado, un topo, un hombre con dos caras”. En efecto, es, al decir de su madre vietnamita, “el doble de todo”, de manera que en su admitida dualidad representa la suma final del pueblo vietnamita por encima de ideologías, divisiones partidistas o sociales. El tipo, el Capitán, es mano derecha del General del sur que dirigía la policía política y por encargo del cual y bajo asesoramiento de la CIA ha aplicado refinadas torturas y en el exilio ha ejecutado a colegas que sabía inocentes. A su vez, el Capitán mantenía informados a sus enlaces comunista, lo que obsta para que ante su regreso clan destino al Vietnam del tío Ho sea aislado en duras condiciones se le obligue a escribir una purificadora confesión biográfica para al fin ser devuelto a Occidente bajo el lema de “seguir viviendo”.
Entiendo que la gran cualidad de ese texto denso, sanguíneo, que combina la reflexión personal con la tragedia colectiva, los salvajes acontecimientos que infligieron dolor al pueblo vietnamita, lo quebrantaron y
como parte de Oriente fue –hasta ahora mismo– ignorado o menospreciado por la opinión pública occidental, todo es narrado por un individuo dotado con dos mentes que hacia el final habla de sí mismo en plural porque en definitiva se siente representante único de la historia y el destino de su país. Estupenda la sección que describe furioso su asesoría en una película (La aldea) sobre un manipulado Vietnam, con participación de emigrantes, rodada en Filipinas y dirigidapor“elCineasta”,unacaricatura de la amoralidad hollywoodense. El simpatizante no es una novela
bélica como Árbol de humo, sino el tortuoso relato existencial de un exiliado vietnamita que desea recuperar la autoestima con la dolorosa escenificación de la verdad que él, superando la incertidumbre y mediante el juego literario, identifica con su atribuladopueblo.Oesocreo.
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