La Vanguardia - Culturas

Kathryn Bigelow: la correspons­al de guerra

‘Detroit’ El 15 de septiembre regresa a las pantallas una de las directoras más relevantes del momento. Con un filme valiente sobre uno de los mayores levantamie­ntos ciudadanos en la historia de Estados Unidos

- DANIEL V. VILLAMEDIA­NA

Uno de los aspectos más llamativos y logrados del último trabajo de Kathryn Bigelow es su rigurosida­d histórica, algo que se puede apreciar incluso en la escritura del propio guión. De hecho, como el propio guionista de la película Detroit (Mark Boal) ha confesado en un reciente artículo, uno de los textos fundamenta­les que ha utilizado para redactar el guión del filme, ha sido el documentad­o libro The Algiers Motel incident (1968). Su autor, John Hersey, ganador del premio Pulizter, es considerad­o uno de los fundadores del nuevo periodismo, un tipo de escritura caracteriz­ada por utilizar recursos técnicos procedente­s de la ficción en los reportajes periodísti­cos. Una forma de afrontar la historia reciente, que tiene mucho que ver con el filme que nos ocupa, Detroit.

Pero, ¿qué otras caracterís­ticas unen la obra de Hersey con la película de Bigelow? Aparte de haber afrontado la misma temática y haber servido el texto de Hersey como fuente para elaborar el guión –algunos diálogos incluso han sido tomados directamen­te–, la ganadora del Oscar en el 2008 ha buscado en sus últimos trabajos una estética próxima al cine documental. Algo que podemos apreciar tanto a través de la forma –la utilizació­n de cámara en mano– como por el propio contenido de los filmes.

Sin embargo, esta tendencia documental no ha estado siempre presente en su cine. Si analizamos la trayectori­a de la directora estadounid­ense, veremos cómo dentro de su filmografí­a hubo un giro radical en un determinad­o momento. Hasta el año 2008, Bigelow había realizado películas puramente industrial­es, sin apenas toque personal, caso de Los viajeros de la noche (1987) –un filme de zombis–

o Le llaman Bodhi (1991).

En el 2002, comenzó a cambiar esta tendencia y realizó el thriller histórico K-19: The Widowmaker, una historia de submarinos centrada en la guerra fría. Pero fue realmente con The hurt locker (En tierra hostil,

2008), donde se produjo un abrupto cambio en su forma de hacer cine.

Bigelow no sólo cambió su estética, hasta ese momento menos definida, sino que comenzó a interesars­e por cuestiones del presente de Estados Unidos. En En tierra hostil, también escrita por Mark Boal, se describe de forma angustiosa la vida de un desactivad­or de bombas durante la guerra de Irak. En ella, ya podemos apreciar el estilo que definiría a partir de entonces el cine de la directora: la utilizació­n de una cámara nerviosa y activa, que permite al espectador vivir las situacione­s de manera frontal, sin escapatori­a. Una técnica estilístic­a que

podríamos denominar como de “correspons­al de guerra” (recordemos aquí que Hersey también fue correspons­al).

La directora norteameri­cana, continuó así profundiza­ndo en este nuevo estilo visual y lo llevó aún más lejos en La noche más oscura (Zero Dark

Thirty, 2012), donde se narran los hechos que llevaron a la captura de Osama bin Laden. De nuevo, Bigelow profundiza en una técnica en la que combina un sentido documental con una ficción trepidante, lejos del cualquier tipo de sentimenta­lismo.

En su último filme, Detroit, Bigelow desarrolla estas técnicas para realizar un filme basado en hechos reales. En este caso, la historia no se refiere a un episodio presente, sino a unos de los momentos más convulsos dentro de la historia de Estados Unidos, el incidente del Motel Algiers, ocurrido en 1967, en plena lucha por las libertades civiles. Bigelow, de forma obvia, busca con este trabajo trazar un paralelism­o entre pasado y presente, haciendo que el espectador reflexione sobre cómo la brutalidad policial contra la población negra sigue siendo un tema de actualidad.

La película narra, por tanto, los hechos que ocurrieron en la ciudad de Detroit tras una redada que la policía realizó en un bar nocturno sin licencia. Una brutal intervenci­ón que supuso el comienzo de una serie de disturbios raciales que se extendiero­n por la ciudad de Detroit, dejando a su paso cerca de 43 muertos.

Afronta así una temática compleja, tanto por su coralidad, como por intentar establecer el punto de vista de la población negra durante aquellos hechos. Para ello, se sirve de una cámara agobiante y convulsa (que recuerda a la de un correspons­al de guerra), las imágenes se intercalan, además, con material de archivo. Recurso que ha provocado que diversos críticos norteameri­canos hayan definido el filme como un docudrama.

La directora de En tierra hostil ha tratado de encontrar un difícil equilibrio entre historia y ficción en su búsqueda de retratar aquellos hechos de forma fidedigna. En este sentido, la directora sorprende por su ambición y por la fuerza de sus imágenes, y sigue siendo un ejemplo de cómo dentrode la industria hollywoo di en se todavía es posible realizar un cine con capacidad para reflexiona­r sobre el pasado desde el presente.

Con una historia coral de temática compleja, la autora utiliza la cámara en mano e intercala imágenes de archivo

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© ANNAPURNA PICTURES La directora de ‘Detroit’, dirigiendo a Will Poulter
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Imagen del filme. Los disturbios, entre el 23 y 28 de julio de 1967, causaron 43 muertos

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